La cabeza de Juan Bautista

Columna de Julián Capera sobre Gustavo Gómez, el baluarte defensivo del Palmeiras.

Julián Capera

Julián Capera

Foto: Archivo particular

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11 de agosto 2022 , 08:56 p. m.

Profeta, perseguido como casi todos. Voz que grita en el desierto. Injusticias no acepta y no las calla. A Gustavo, como a Juan el Bautista, le han mandado a cortar la cabeza.

La hinchada de Boca Juniors rugía y levantando el índice pedía castigo. Incluso algún ‘iluminado’ de las redes sociales o algún eufórico panelista vena-brotada de un programa partidista se animó a predecir que su carrera pronto se torcería y que aquel ‘desplante al Xeneize’ lo iba a condenar.

A pesar de haber superado exámenes médicos, de ponerse la camiseta azul y oro para las fotos de presentación y haber grabado una entrevista con Boca-TV; el defensor central paraguayo no firmó el contrato que el presidente Daniel Angelici le puso sobre la mesa. Lo que aparecía en el papel no era lo que habían acordado verbalmente y prefirió negarse. “Gustavo Gómez la puta que te parió” cantaba la Bombonera cuatro meses más tarde.

Se fue a Palmeiras y se consolidó como uno de los mejores defensores centrales del continente. Es el futbolista extranjero con más victorias en la historia de su equipo (123) y el central que más veces jugó internacionalmente con su club (48). Ganó dos Copas Libertadores y una Recopa Sudamericana, conquistó un Brasileirao y una Copa de Brasil. Ha sido dos veces ‘Bola de Prata ESPN’ e integró casi todos los onces ideales recientes del fútbol sudamericano. Desde su llegada al Alviverde anotó 24 goles, casi todos de cabeza. La cabeza que querían y no pudieron tener. Que luego quisieron cortar y hoy ven en alto.

Anoche una vez más dio demostración del nivel en el que está y la influencia que es capaz de ejercer en sus compañeros y rivales. Concentración elevadísima, vehemencia absoluta en los duelos, nunca regateado y capaz de neutralizar a Hulk en un partido de una exigencia brutal en el que Palmeiras jugó más de una hora con diez hombres y un poco más de diez minutos con nueve futbolistas en cancha.

A 135 kilómetros de Asunción, enclavada en una colina, está la ciudad de San Juan Bautista, capital del departamento de Misiones. Allí, 29 años atrás, nació Gustavo Raúl. Son casi las once de la noche y un largo alarido colectivo que se alimenta de los gritos de todas las casas del pueblo -con acordes en español y otros en guaraní- anuncia al viento que su hijo lo volvió a hacer. Gómez firma un partido épico marcando su penal y un par de escenas después su equipo está de nuevo en la semifinal de la Copa Libertadores. Está más vivo que nunca y su voz grita más fuerte que siempre. No en el desierto sino en el verde césped de los campos del continente en los que seguirá profetizando en el más bello lenguaje de todos: el de la pelota.

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