Noto algunas protestas en redes sociales porque el fútbol intenta regresar. Creo en la diversidad de ideas y entiendo a los que pertenecen a la población de riesgo o tienen algún familiar en ese grupo. A ellos les hablan de fútbol y pensarán que somos unos insensibles hombres que piensan en cosas superfluas. Y en parte tienen razón, un juego, un deporte comparado con la vida de cualquier ser humano es insignificante, como lo dijo Bill Shankly, el famoso entrenador del Liverpool en la década de los setenta: “El fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes”.
Pero, ¿qué le queda a los dirigentes del fútbol que ven como se quiebran los clubes, que se mantienen los gastos y que no entra un solo peso? Deben intentar por todos los medios que el fútbol se reinicie, con cambios, medidas, protocolos, exigencias, modificando reglas, pidiendo ayuda, haciendo lobby y todo lo que esté a su alcance para convencer a las autoridades de que hay una forma segura de jugar.
Esa es la responsabilidad de los directivos, por una industria que sirve a 50.000 familias de soporte económico. Los jugadores quieren trabajar, lo dirigentes reactivar La Liga, el Gobierno escucha y, dentro de él, hay gente que ha trabajado para ayudar a que la pelota ruede.
Infortunadamente esta pandemia, dolorosa, pero seguro momentánea, llegó cuando otro virus estaba sobre el fútbol colombiano, el de la división, el de los intereses diferentes, el de que cada quien piensa en lo que le conviene y pocos en crear una liga grande, fuerte, importante y unida. Está bien bautizado el ente que rige el fútbol colombiano, División, sí división del fútbol profesional, siempre divididos y así los agarró el Covid-19. Dicen que en la Dimayor hay Covid del grupo de los 8 y Coronadisidentes y representantes que trabajan con objetivos diferentes.
Borges, el gran escritor, decía que no nos une el amor sino el espanto y es la esperanza que el espanto de la quiebra elimine los intereses de cada club por los intereses de una Liga que salga de este golpe tan fuerte.
Por eso cada idea, impulso de que la pelota regrese, debe ser tenida en cuenta de forma reflexiva por todos. Si el Gobierno pone alguna condición, se debe escuchar y analizar, la soberbia no sirvió mucho en épocas de vacas gordas, menos en estas flacas jornadas.
Miramos a Alemania, ya sabemos que contagios cero es imposible, aprendimos que se debe jugar con bajo porcentaje de positivos, con la puerta cerrada y la televisión como centro del ingreso. Si la Bundesliga triunfa en su deseo se terminar sus competencias será el modelo del mundo. Si, es muy diferente su cultura, su obediencia a las normas, pero la comunidad futbolística colombiana sabe, que cumple o se quiebra.
Criticar a los dirigentes por el intento de que el fútbol regrese es equivocado, esa es su obligación. Si médicamente no se puede, pues esa es la tarea de la autoridades, explicar por qué no se puede reactivar.
Ojalá saquemos la enseñanza, esta crisis agarró al fútbol cuando se disponían a despachar a otro presidente de Dimayor. Tal vez el Covid– 19 tapó un virus mayor.