Thomas y Manuela tenían dos hijas y la ilusión de un varón. Incluso antes de saber que ella estaba embarazada habían decidido ya su nombre: Denis. Sin embargo, el fútbol tenía otros planes para ellos.
Todo cambió aquel día de la final de la Eurocopa de 1988 en la que Países Bajos derrotó a la Unión Soviética y conquistó su primer título, con el golazo del jugador de camiseta número doce, que entró al área por el costado derecho para agarrar de primera un centro que venía del carril contrario y sentenciar el juego. Un tal Marco Van Basten. Fue tal la emoción de Thomas, que dijo que si algún día engendraban un varón llevaría el nombre de aquel neerlandés recién llegado al AC Milan.
Un poco más de diez meses después, en Dortmund, nació Marco. Bendecido desde la elección de su nombre. Tenía apenas siete años cuando llegó por primera vez a las instalaciones del Borussia Dortmund, y desde entonces empezó a germinar en su corazón uno de esos amores que ya no se consiguen. Pasó una década allí y completó todo el proceso formativo. No obstante, parecía no haber mucho espacio para él en la plantilla profesional.
Se fue al Rot Weiss Ahlen de tercera división y luego al Borussia Mönchengladbach donde explotó futbolísticamente, y empezó a despertar el interés de algunos de los equipos más grandes del mundo. El primero de ellos, en su país, el todopoderoso Bayern Munich. Pero Reus dijo que no, y no tardó mucho en aceptar la oferta del Borussia Dortmund -el equipo de su tierra, sus padres y su alma- para que regresara.
Ya estando allí lo buscó el Real Madrid en 2014 y le ofreció un salario anual de nueve millones de euros. En la misma époc, Arsenal y Manchester City le pusieron sobre la mesa propuestas de cerca de 160.000 libras esterlinas a la semana. Lo tentó también el Barcelona en tiempos de Messi, Suarez y Neymar; y hasta el PSG cuando aún tiraba la casa por la ventana en salarios. La respuesta siempre fue la misma.
En estos doce años vio irse a Lewandowski, a Gotze, a Gundogan, a Humells, a Aubameyang, a Halaand, a Dembelé, a Pulisic y a Sancho. Pero él se negó a morder esa manzana. Como José en el antiguo testamento, corrió cada vez que la esposa de Potifar vino a seducirlo. Y es que a veces quedarse en el lugar que todos abandonan es la mejor manera de huir.
Marco Reus anunció hoy que al término de la temporada actual dejará al Borussia Dortmund, el club donde ha pasado veintidós años de su vida. Lo hace cuando ya ninguno de los grandes monstruos del fútbol mundial babea por él, y cuando incluso para el equipo de sus amores ya no cuenta mucho. Terminará su carrera en una liga menor y seguramente tras su retiro volverá a casa para seguir enorgulleciendo a Thomas y Manuela.