Lecciones del Mundial Femenino: asiáticas marcaron camino a Colombia

El país se lució como anfitrión y quedaron aprendizajes en fútbol femenino nacional para el futuro.

RDP Corea, campeón Mundial Femenino Sub-20

RDP Corea, campeón Mundial Femenino Sub-20

Foto: Raúl Arboleda / AFP

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22 de septiembre 2024 , 08:30 p. m.

Terminó con gran éxito el Mundial Femenino Sub-20 y para Colombia quedaron varias lecciones que vale la pena destacar, más allá del muy justo título que logró RDP Corea en El Campín contra Japón. Aquí, el balance de una Copa Mundo llena de aprendizajes vitales para el crecimiento del fútbol femenino:

Nivel de competencia

Decía con razón Isabella Echeverry, ex Selección Colombia, que la diferencia entre un Mundial Sub-17 y un Sub-20 es que en el primero el talento alcanza, mientras que en una categoría Sub-20 hay profesionales en cancha que exigen una cuota adicional.

Por eso Japón, DPR Corea, Estados Unidos, España, incluso sorpresas como Países Bajos, llegan a un Mundial de esta categoría con la maleta llena de todo lo necesario: jugadoras que traen ritmo de competencia, que saben enfrentar la tensión de un reto mental y físico tan exigente, que tienen rodaje amplio y suficiente para no depender de figuras sino de un trabajo en conjunto, que viven del fútbol y para el fútbol. 
 
Para el caso de Colombia se cumple, con suerte, la tarea federativa de dar herramientas para la preparación del Mundial. Mientras, las coreanas, que lograron su tercer título mundial en Bogotá este domingo, tienen primera y segunda división, liga estable y duradera de manera ininterrumpida desde el 2002 y fondo físico para jugar, con y sin altitud, una Copa Mundo.


Esa fue una de las más graves falencias que acusaron las colombianas, que cayeron en cuartos de final contra las neerlandesas en definición por penaltis, más por agotamiento que por superioridad rival: salvo Linda Caicedo se juega, como mucho, 5 meses en el año y en 7 meses sin competencia el ahorro termina siendo nulo. El talento que llevó a la final del Mundial Sub-17 en India, esta vez no fue suficiente. 

Sin excusas

Una tremenda lección que dejaron las asiáticas en esta Copa Mundo es que, ni antes ni después de las victorias o las derrotas se excusaron: todo lo que ganaron y perdieron lo dejaron en la cancha. 
 
Podrían argumentar la dificultad de jugar un día a menos de 1.000 metros de altitud y otro a 2.600m pero nunca lo hicieron; pudieron quejarse de los aeropuertos, de las demoras, del paro camionero que les tocó en medio de la competencia y tampoco se oyó una sola queja, habrían dicho que no tuvieron todas las garantías que sí tuvo el anfitrión pero saben de sobra que eso pasa en todos los Mundiales. 

No, para ellas competir en Colombia no era lo más importante, era lo único. Se tomaron con rigurosa seriedad cada detalle y se acercaron, en vez de alejarse, al público. Todo suma como experiencia, todo ayuda a crecer si se asume con profesionalismo y esa es la tarea de la selección nacional para el futuro: muchos países no tienen el talento que aquí sobra, ahora lo que sigue es aprender a canalizarlo y reforzarlo con mentalidad ganadora.  

Anfitrión de lujo

Colombia, en organización, en logística, pero especialmente en asistencia de público 'la sacó del estadio, literalmente. Los estadios llenos en cada partido de la selección nacional no son un espectáculo común en Mundiales juveniles, ni siquiera en los masculinos, y por eso la asistencia total de 373.493 espectadores que reportó la FIFA es un absoluto orgullo. En la final, entre DPR Corea y Japón, donde no había mayor expectativa para los locales, la asistencia fue de 32.908 aficionados.

El ente rector del fútbol mundial se lleva una imagen de primera pensando en más competencias de alto nivel y no es descartable que pronto el país se ponga en el radar para un Mundial de mayores.

De esta manera, aquellos que argumentan que el fútbol femenino no vende han quedado derrotados de manera contundente. La Liga Femenina, con todas sus limitaciones, ya había dado un campanazo con estadios llenos para la resolución de los títulos. Pero lo de esta Copa Mundo es contundente: no hay negocios imposibles sino negociantes incapaces. 

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