Lionel Messi lloró a mares el día que se anunció su salida del FC Barcelona, equipo al que perteneció por 21 años, el único que hasta ese momento había defendido. Pero vale recordar que un año antes fue el quien quiso irse y el club de sus amores se lo impidió.
A ese recuerdo apeló el diario Mundo Deportivo, que ha revelado en exclusiva el famoso burofax que envió el argentino al club el 24 de agosto del 2020 a las oficinas de Josep Maria Bartomeu, entonces presidente de la institución.
El excapitán del club catalán apeló a la cláusula 3.1, por la cual podía irse libre, sin alegar causa justa, al final de la temporada 2019-20, siempre que lo comunicara al club antes del 10 de junio de 2020. El jugador argumentó que, por la pandemia, la temporada terminó después y él podía irse sin problema.
“Entiendo que el marco temporal del derecho de terminación unilateral sin alegar causa que regula la mencionada cláusula debe interpretarse de conformidad con las circunstancias excepcionales en las que se ha desarrollado la temporada”, explicó el 10 en aquel documento.
El burofax de Messi… Exclusiva de @mundodeportivo ‼️ pic.twitter.com/ykZeJxms3F
— Fernando Cevallos (@FerCevallosF) September 5, 2021
“Por causa de esta excepcionalidad, la temporada de competición 2019-2020 finalizó en el día de ayer (el burofax se envió el 24 de agosto), sin perjuicio de que para” el Barça “esta finalización tuviera lugar el 15 de agosto” tras la eliminación de la Liga de Campeones ante el Bayern de Múnich, en el famoso 8-1.
El tan criticado Bartomeu alegó, con su equipo jurídico, que la fecha estipulada no se cumplió y prácticamente obligó a Messi a quedarse un año más, por la misma renovación automática que incluía el jugosos contrato del jugador, el cual, según reveló en su momento el diario El Mundo, llegó a la alucinante cifra de 555 millones de euros por cuatro temporadas... otro legado de Bartomeu.
Así que se quedó un año y se ilusionó con el retiro en el único club que había conocido, pero un año después esa misma pandemia lo condenó a la salida, en medio de una aguda crisis económica del FC Barcelona. Ahora luce el número 30 del París Saint-Germain y el final fue el mismo: cuando se quiso ir no pudo, y después se marchó sin querer.