Santa Fe no quiere consuelos de tontos, no le sirve ningún premio que no fuera la estrella diez, que se le escapó de las manos contra América de Cali.
Pero la realidad es que, en el mano a mano que se antojaba imperdible en el papel entre Fabián Sambueza, de Santa Fe, y Yesus Cabrera, de América, el mejor fue el del equipo bogotano.
Iba de menos a más Sambueza, perdido en el inicio pero inquieto desde el minuto 20, cuando asumía la tarea creativa, se juntaba con Cucchi y aprovechaba que el argentino era un dolor de cabeza para los centrales escarlatas.
Suyo fue el mérito de avivarse para ver el pasillo por izquierda y marcar el segundo tanto cardenal, que reducía a solo un tanto la ventaja de América, que parecía inalcanzable y que al descanso ya era de solo un tanto.
Entre tanto, era sacrificado el trabajo de Cabrera en el medio, más en trabajos de marca y apenas con un pase largo que por poco encuentra a Moreno. Pero después simplemente desapareció: suya fue la falla en la escapada de Sambueza para el segundo tanto cardenal y nulo fue su aporte para la recuperación.
La gasolina solo llegaba al tanque del argentino, quien trataba de aparecer por los costados y buscaba nuevos socios, hasta que el técnico Rivera le quitó a Valdés y Cucchi y su impacto fue perdiendo fuerza. Pero el cansancio lo frenó y así, en soledad, ya no pudo seguir haciendo diferencia.
Una más tenía el argentino a los 84 cuando se le iba muy elevado el intento y a esa altura ya había cansancio y un auténtico bus parqueado frente al arco americano, lo que hacía más difícil su tarea. ¿Cabrera? Se iba a los 83, inédito, para darle paso a Carrascal, un ladrillo en la pared de América para proteger su ventaja de la ida.
Sambueza fue el mejor creativo de la cancha en El Campín, pero es de esos premios que nadie quisiera recibir, por mucho que lo merezca. Si no hay estrella, todo lo demás es poco.