Para una máquina casi perfecta como la alemana, otra superior como la británica. Para un equipo valiente, otro casi suicida. Para ver fútbol, no lo dude nunca, hay que sintonizar la Champions League.
Manchester City fue una aplanadora para un Bayern Munich que estrenó a Thomas Tuchel en el banco en la competencia europea nada menos que con una goleada 3-0, que dejó muy encaminada la serie de cuartos de final de Champions League.
Y lo hizo a puro libreto: un partido entero engañando al rival al entregarle la pelota, venderle la ilusión del control y entonces, la trampa mortal de atacarlo cuando se sintiera confiado.
El primer tiempo fue mucho de eso: pelota para los alemanes pero poca efectividad ante un portero como Ederson que fue simplemente invencible. PEro cuando pudo, golpe al mentón: a los 27 Rodri, en una soberbia definición, abrió al cuenta para los locales.
Y por ahí siguió la historia: Bayern parecía reaccionar pero el descanso se atravesaba y en el complemento, gran reacción alemana, ataque profundo y Ederson inmenso y entonces, una cucharada de efectividad: Bernardo Silva castigó el horror de Upamecano y le definió de cabeza a los 70 minutos. ¡David contra Goliat!
Pero antes de la reacción alemana, presa del desconcierto porque casi parecía presentir el empate, la estocada: Haaland aprovechó otro error del pobre villano Upamecano y enfiló para no fallar de frente a la portería. Asunto resuelto a los 76.
Es siempre un peligro pensar que el 3-0 es definitivo para los cuartos de final porque es fútbol y es la Champions y porque el arquero Summer evitó el 4 o 5-0. Pero el poderío inglés quedó muy retratado en esta ida, en la que sobró fútbol y faltó cabeza fría alemana para oponer resistencia. Los chicos de Guardiola estornudan y es un gol. Y el jefe no tiene intención de curar la gripa...