Selección Colombia

¡Díaz y diez más! De su mano Colombia cumplió y no renuncia a Catar

El extremo acabó con insufrible ayuno goleador y alargó la ilusión hasta el duelo contra Venezuela.

Selección Colombia venció a Bolivia. Foto: EFE


24 de marzo 2022, 08:28 p. m.
Otra vez se levantó el Metropolitano, retumbó el grito tantas veces contenido del gol, alguien gritó 'Ole', volvió la dicha aunque faltó la gente y Colombia se dio el lujo de cumplirse a sí misma, antes que a todo lo demás. Todo lo cura el resultado, todo romance requiere de esa gotita de amor para seguir vivo.

Colombia derrotó 3-0 a una Bolivia juvenil y eliminada pero sumó 3 puntos que lo mantienen vivo en las Eliminatorias a Catar, aunque sea solo por el repechaje. Todo lo demás es anécdota salo Luis Fernando Díaz Marulanda, el mejor futbolista del país.
Eran muchos menos en las tribunas (unos 25 mil espectadores) pero habían ido a ver fútbol: ahora sonaban los tambores en las dos polos del campo, retumbaba el 'sí se puede' (a riesgo de llamar la mufa), había menos selfies y más ojos en la cancha y era Luis Díaz -quién si no-, el encargado de disparar los gritos de los creyentes al aparecer al primer pase profundo de James, luchar para deshacerse del marcador y, al quedarse sin ángulo, meter el pase atrás al que Cuadrado le pegó en el alma y la estrelló en un defensa. Primer aviso.

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A nuestra espalda una decena de bolivianos de la logística de la selección gritaba a rabiar cada buen cierre del visitante, cada roce con un rival, cada minuto que pasaba el equipo sub 23 cerrando los caminos para los pases de James y de Cuadrado y limitándolos a un par de faltas que acabaron en intrascendentes tiros libres de ambos.
Y entre tanto, el tiempo, inexorable. Díaz pensaba en James como en Mané y le proponía la pared que el zurdo convertía en remate desviado, Muriel se adornaba para acabar en un tirito a manos del joven arquero Cordano y otra vez el 10 desperdiciaba un tiro libre frontal. Media hora más a la nefasta estadística sin gol, sutil corte a la maltrecha confianza de los de amarillo, otra vez erráticos en la última puntada.
Pero el que decían que no debía cargar la mochila sí que tendría ganas de hacerlo, sí que sabía que era el llamado a resolverlo, sí que quería escuchar al 'Metro' gritar su nombre otra vez: lo hizo a los 36 minutos, un mérito suyo rebuscarse una pelota casi perdida, enfilar al arco, medir el remate abierto, potente, inatajable que lo llevó a Liverpool y entonces se trataba de sentir más que cualquier otra cosa. El rugido de la tribuna fue un temblor en la tribuna, un grito contenido por 685 minutos que estalló en forma de abrazo, de saltos, de histeria colectiva y que se hizo coro: Oe, Oe, Oe, Oe, Lucho, Lucho...
El 23 se sacudió la sal, se animó a su baile, se dejó querer otra vez vestido de amarillo, se hizo todo sonrisa entre los brazos de sus aliviados compañeros. Fue un parto la espera de 685 minutos, pero valió la pena la dicha por ese instante de felicidad.
Después, una complicación más en ese alumbramiento: Bolivia, que seguía sin tener nada que perder, adelantaría las líneas y crearía zozobra mientras Colombia respondía con un Cuadrado más parecido al de Juventus y un centro de James que desperdició Muñoz y el DT lo hacía con Quintero y Borja a la cancha para ayudar a refrescar la nómina.
Recibía Cuadrado la amarilla que lo saca del duelo contra Venezuela (manotazo a la cara del rival, justa amarilla) y el tiro libre que provocaba James ahora tenía tres cobradores. ¡Ahora había superávit! ¿Ahora cuando el Mundial depende de un milagro?
Hora de los cambios y ahora sí, James (cansado) y Quintero (fresco), el doble 10 para el 4-1-4-1 que les dio libertad a los extremos y espacio a Díaz para ir a la raya a meterle el centro al discutido hombre de Junuor a quien su gente ovacionó... su gente, más que nunca.
Más cambios para administrar la ventaja, sustitución de James para un aplauso más tímido de lo que esperó y alivio, al fin alivio de haber hecho el trabajo y haber recibido, como nunca antes ocurrió, un premio justo por eso. Y uno de los que ingresó puso el moño: cabezazo de Lerma al travesaño y Uribe apareció debajo del arco para el 3-0. Retumbaron los tambores. Colombia volvió a ser ella.
Díaz se hizo dueño del equipo en el que ahora nadie podrá discutir más su liderazgo, Rueda se arriesgó y al fin dio con la tecla correcta, el grupo fue solidario y se dio un baño de confianza que llegó tarde, infelizmente, pero al fin llegó, al menos para pensar en el repechaje. Se hizo la tarea y se hizo bien, más allá de que el rival tuviera un equipo tan joven y llegara eliminado. El que quiera quejarse por eso, que vaya a Conmebol a devolver los puntos. Ahora Colombia, con 20 unidades, no renuncia. Le falta una última batalla. ¡A vencer o morir! ¡Que arranque el carnaval!
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