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Al mejor estilo Premier League, a toda velocidad y con una exigencia física a tope, Liverpool y Arsenal protagonizaron un partido intenso, lleno de opciones de gol y de salidas rapidísimas que, literalmente, no dio respiro.
Fue el rey de Anfield el que se quedó con una victoria 3-1 que mereció siempre porque apostó por la victoria sin agotarse y a puro talento resolvió los errores propios y capitalizó los de los rivales.
Liverpool salía a su campo sin Diogo, a pesar del espectacular debut, y respetaba las insignias de los generales al mantener el tridente Mané, Firmino, Salah.
A los 14 un centro espectacular centro para que atacara al espacio Mané y rematara con furia, lo que aguantó con todo su cuerpo el arquero Leno, providencial para salvar el que parecía un golazo. Y no era la más clara pues a los 21 un fenomenal remate de Alexander-Arnold rozó a un defensa y se estrelló violentamente contra el travesaño.
Una más sin la suficiente potencia de Wijnaldum (el que dicen que irá a FC Barcelona) pero sería el Arsenal en su primera llegada el que desequilibraba: error cras de Robertson en el rechazo en el área, rebote para Lacazzette frente al arco y nada que hacer para Alisson. Cien por ciento de efectividad en Anfield para el Arsenal, que a los 25 ya ganaba 0-1.
Suerte que estaba Salah en el campo pues su remate, que atajó Leno, le quedó de rebote a Mané para igualar la cuenta 1-1 a los 28. Era lo justo con el equipo que más hacía por el partido.
Y entonces la revancha de Robertson: aprovechó una salida por izquierda de Alexander-Arnold, centro que se le pasó a Mané y le quedó a él, para una definición de viveza y ubicación a los 34, celebración que borraba su error en el tanto de Arsenal.
Se salvó del tercero Arsenal en una veloz salida de Firmino que no encontró compañía y a los 41 lo hizo Liverpool en una jugada rapidísima que acabó en sensacional centro de Willian y milagroso despeje de Joe Gómez.
Y en el complemento, literalmente ida y vuelta. Lo tuvo dos veces Lacazette, primero al 58 y luego al 62, siempre con el mismo resultado: le salió con todo su cuerpo Alisson Becker para taparle el ángulo y se le complicó el empate al Arsenal; por Liverpool, al 61 lo tuvo Van Dijk con un remate desde fuera del área y a los 63, en una media vuelta extraña, se le fue a Mané apenas abierto el intento, casi de espaldas, como en acrobacia.
Al 82 tuvo el tercero Diogo en una asistencia espectacular de Salah que increíblemente se le fue afuera. Y en una nueva acción decidió mal el portugués y le negó a Salah una buena opción de gol al atravesarse. Pero no se iría sin premio pues a los 87, tras una jugada de Alexander-Arnold, le quedó el rebote y no perdonó: un remate muy cruzado permitió el 3-1 final.
Arsenal se fue fundiendo, no encontró opciones con los cambios, Pepe no pesó (como es usual) y el cansancio hizo mella. Liverpool, en cambio, fue todo lo contrario y con sus refuerzos no perdonó. Ahora es colíder de la Premier con rendimiento perfecto, muy cerca de Leicester.