Solo el título redime a Rubén Israel

Ciertas son las discrepancias entre directivos de Millonarios y el entrenador Rubén Israel, a pesar del empeño con que se maquillan. Los motivos, como públicamente se han expuesto, se dan por la intromisión del empresario Lucas Domenech en la contratación de refuerzos, los dobles discursos del entrenador, y la falta de firmeza en las campañas adelantadas, con el obvio descontento de los aficionados.

De vieja data es la presencia del intermediario argentino, husmeando alternativas de negocio para tratar de influir en ellos, buscando beneficios particulares por encima de los intereses del club.

Domenech apareció con resonancia en el ambiente futbolero nacional, cuando intermedió en 2014 en la llegada de Sebastián Pinto, un delantero chileno de presencia relámpago, que abandonó la disciplina azul en un abrir y cerrar de ojos , con solo un gol anotado y cuatro partidos incompletos a cuestas.

Vetado por sus mañas se esfumó, para reaparecer a la hora de finiquitar el primer contrato de Rubén Israel con el club, hace aproximadamente un año, con extraña complacencia de los dirigentes de turno.

Varios de los delanteros que, tras estudiada pesquisa, tenía Millonarios a disposición, malograron su llegada por las objeciones de Israel, a la espera de los recomendados de su gestor.

Comunes han sido los roces de Israel con sus superiores. Como aquel enfrentamiento del pasado con Gustavo Serpa, en el que los tonos llegaron a niveles de total intransigencia. Alguna cicatriz sin cerrar existe.

Los argumentos, en resultados y en procedimientos de juego de Israel hasta ahora no convencen a los seguidores de Millonarios. De paso, acostumbrado esta el entrenador a esquivar el fuego crítico, con discursos repetidos que ya a nadie convencen.

Israel tiene contrato vigente hasta agosto, con la posibilidad de ampliarse hasta diciembre, pero con mínimos márgenes de tolerancia por parte de la tribuna. Solo un título lo redime.

Esteban Jaramillo Osorio
Especial para Futbolred
En Twitter: @estejaramillo