Opinión

La vergüenza del conformismo invade al fútbol colombiano

Los festejos de Santa Fe en la Liga, Nacional en el 'Mundialito' y la Selección; así lo confirman.

21 de diciembre 2016, 01:34 p. m.
En el fútbol no siempre hay un estrecho vínculo entre el resultado final y el espectáculo, y eso quedó demostrado con el reciente triunfo de Santa Fe.
Sus hinchas vieron el título burbujeante, maravilloso, milagroso, sin manchas ni tramas ocultas, como consecuencia de un remate de campaña indiscutido, pero con tres técnicos de distintos procedimientos a lo largo de la temporada, en medio de la incertidumbre de su rendimiento.
El objetivo del conjunto ‘cardenal’ fue ganar y punto, sin importar los caminos elegidos. Por ello, el club albirrojo queda en la estadística porque el fútbol practicado, por encima de los efectos económicos y deportivos, fue insípido, lo que obliga una inmediata renovación de nómina y de ideas, para potenciar su camino próximo en competencias internacionales.
Queda la duda que alimenta las discusiones: ¿fue su triunfo una consecuencia de una superioridad indiscutida, o fue la falta de calidad de sus rivales?, muchos de ellos sin gasolina en las instancias finales.
El comercio del resultado, que salta por encima de la estética en el manejo de la pelota con propuestas intensas y ofensivas, de moda hoy en día, trae consigo un conformismo descarado.
El mismo que se hizo evidente con la celebración de Nacional de un tercer lugar en el Mundial de Clubes, donde participó sin ganar ningún partido, vencido con amplitud por un rival encasillado con modestia en el puesto 268 en el escalafón de clubes.
Juego tenía para hacer un papel más destacado. Algo tan distinto a su campaña envidiable, líder en todo, sin límites en sus metas suramericanas, al punto de ganar la Copa Libertadores y ser finalista en la Copa Suramericana, instancia a la que renunció por grandeza y solidaridad.
Situación parecida enfrentó la Selección Colombia este año en los juegos de clasificación al Mundial de Rusia-2018 y en la Copa América Centenario. En ambos torneos, el gusto al espectáculo fue sacrificado para saborear lánguidas exhibiciones.
No se sabe qué es peor, si la observación de un juego que poco encandila, o quienes lo apadrinan subordinados, manipulando con su desvergonzada oratoria a los aficionados.
Por ello, no todos los campeones pertenecen a la historia con reconocimiento eterno. Son tantos los que solo están en la estadística.
Esteban Jaramillo Osorio
En Twitter: @estejaramillo
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