Opinión

Vikonis, por Nicolás Samper C.

Una opinión sobre la actuación del arquero uruguayo de Millonarios frente al América.

08 de diciembre 2017, 10:21 a. m.
Era un día de esos que al arquero uruguayo le hacía falta con su gente, con los que lo quieren. Y era un día que a los hinchas de Millonarios les faltaba pasar con el arquero uruguayo. Porque sí, a veces todos tenemos alguna cuenta pendiente con alguien y cuando se cumple, como que se rompe ese hielo psicológico que ayuda a que las cosas mejoren para ambas partes.
Porque el remate de temporada de Nicolás Vikonis dejaba ver otra cosa: la llegada de Wuilker Fariñez la próxima campaña -aquel pequeño resorte que se volvió gigantesco con Venezuela a muy corta edad como ocurre con los porteros venezolanos (Baena, Dudamel, Angelucci) y que dejó boquiabierto a todo el mundo con sus voladas en plenos partidos de eliminatoria- empezó a meterle una sombra a su propio futuro. Porque sus actuaciones no eran malas, pero tampoco descollantes en un equipo que necesita un portero que aparezca cuando lo atacan.
Y la campaña individual de Vikonis ha sido buena, pero le faltaba brillo. No ha sido un año fácil tampoco para el psicólogo de ojos bien abiertos: a comienzos de año un inconveniente con un fanático llevó a que lo suspendieran un largo trecho. Perdió los cabales ante un insulto de gradería y lanzó un salivazo que lo tuvo en la trastienda un buen rato. Y apareció Ramiro Sánchez, suplente en su puesto, que tuvo rendimientos bastante aceptables que lo hicieron quedarse en el banco un rato más.
Volvió a partir de una lesión de Sánchez y la pelea en el arco azul era bien pareja entre ambos. Pero ya, culminando este semestre en el que Millonarios tiene ya una idea futbolística clara y que parece muy fuerte, apareció Vikonis. Y justo en Cali, en uno de los partidos de alta complejidad en esta temporada de este Millonarios sumamente utilitario -lo que es una virtud y no un defecto- que sabe dar los golpes necesarios cuando debe rematar. El uruguayo le dio una mano grande a su equipo en un momento en el que se le requería con urgencia.
Detuvo tres pelotas muy difíciles, dio seguridad a su zaga y aunque en un balón cruzado mostró lo que es su gran talón de Aquiles, que son las salidas a cortar centros, nada lo inmutó. Ni siquiera la presencia de Cristian Martínez Borja, usualmente infalible a la hora de patear penales, lo conmovió. Atajó uno de los dos que le cobraron y fue fundamental en el difícil triunfo azul frente al América.
Contra Jaguares, en este mismo semestre, había estado cerca de su propia noche perfecta al detenerle un penal a Ray Vanegas en el minuto 90 y salvar a Millonarios de un empate que parecía inminente. Ayer Vikonis tuvo su propia revancha que espera estirar hasta que a Millonarios le siga funcionando la cuerda.
Nicolás Samper
@udsnoexisten
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