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Luego de que Campo Elías Delgado asesinara una treintena de personas en toda la ciudad por allá en 1986 para luego quitarse la vida, siendo el eje de su locura el restaurante Pozzetto, la Revista Semana consultó a Luis Carlos Restrepo, que por esos tiempos ejercía la psiquiatría y estaba lejos de meterse en vericuetos políticos que lo han llevado a desaparecer de la escena por cuenta de varias solicitudes judiciales.
La idea de la revista era entender la psique del asesino, del hombre que había desatado una orgía de sangre en la que cayeron conocidos de Delgado, absolutos desconocidos que tuvieron la mala suerte de cruzarse con él y hasta su propia madre, que fue una de las víctimas iniciales de su recorrido demencial. La matanza, que cumple con características diferentes a las cientos que ocurren y siguen ocurriendo en este país, llevó a que se hiciera todo un análisis sobre la personalidad de este hombre solitario, amante de la literatura, que enseñaba inglés con la novela “El doctor Jekyll y Mister Hyde” de Robert Louis Stevenson y que el día que perpetró la masacre fue a buscar a Mario Mendoza, hoy reconocido escritor y en ese momento estudiante universitario y compañero de Campo Elías, quién sabe con qué fin, pero nunca lo pudo encontrar.
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Entonces Luis Carlos Restrepo, conocido psiquiatra, dijo un día después de la tragedia de Pozzetto: “En el libro está la clave. “Jekyll y Hyde" trata de la lucha de un hombre por controlar su propia parte de mal. Por erradicar su parte mala y hacer que sólo quede su parte buena. Proyecta su parte mala en la mamá. La erradica -matándola- y entonces se derrumba: porque la parte mala y la buena son una sola".
La frase final es de análisis porque un poco en esencia de eso estamos hecho todos: de maldad y de bondad. Recordé esta dualidad por cuenta de William Tapón. Hace un par de días el futbolista demarcado con el número 10 y que hacía parte del club aficionado “La Cortada” disputaba un juego de fútbol 5. El árbitro del partido Ariel Paniagua lo amonestó y el color amarillo de la tarjeta condujo a Tapón al sector mas pantanoso de su ser. Tapón le pegó un par de puñetazos al juez y le dio una patada en la nuca que lo dejó inconsciente. Paniagua tuvo que ser hospitalizado y al salir del hospital fue a radicar la denuncia por la agresión. Entre tanto, se empezó a hacer una petición para que el jugador no volviera a ser admitido en el torneo que disputaba y que, por vía legal, se le prohibiera de por vida volver a pisar una cancha de fútbol amateur, de acuerdo a la información recogida por el periodista Nacho Genovart, que estuvo al tanto del caso.
Mientras el réferi exponía los argumentos de la denuncia en la comisaría 4 de Avellaneda, llegó una noticia, de esas que congelan: Tapón apareció muerto con un disparo en el parietal. Las pruebas indicarían que el jugador de 24 años se suicidó.
La parte mala y la buena son una sola. El ser humano se la pasa caminando entre esa pequeña línea divisoria, entendiendo que, en ocasiones, uno de los dos lugares prima. El lado oscuro a veces puede invadir el lado bueno y ese dominio del costado lúgubre destruye todo, incluyendo a quien en algún instante se dejó dominar por sus demonios.
Líneas de atención en prevención del suicidio
Bogotá: Línea 106.
Línea telefónica gratuita: 018000 112 439.
WhatsApp: 3007548933
Barranquilla: Línea de la Vida: 3399999 - 3153002003. Línea ALBA 195.