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La imagen se ha vuelto repetida y es la de ver cómo Millonarios empezó a imponer una fórmula que a la hora de las emergencias funcionó de manera adecuada pero que ya, en el plano cotidiano, no ha tenido el éxito necesario y de hecho ha creado un extraño vacío táctico que todavía no ha podido ser compensado.
La primera vez que tengo memoria de que ocurrió fue en un partido de viernes en la noche frente a Envigado y si no me falla la cabeza se dio porque Henry Rojas estuvo ausente por algún asunto físico. Esa noche del 27 de septiembre del año pasado, en disputa de la fecha 14 del campeonato Millonarios jugó con Anier Figueroa y Andrés Cadavid como bastiones de la zaga central. Ante la ausencia de Rojas, Miguel Ángel Russo realizó un experimento llamativo: ubicó a Matías De los Santos, el uruguayo que llegó a Colombia procedente de Danubio, como acompañante de John Duque en la zona de destrucción en la media cancha. Y obligado por necesidad a salir de la cueva a De los Santos le fue mucho más que bien: de hecho le alcanzó para ser la figura de aquel partido anodino pero en donde se empezó a solidificar la base del Millonarios que posteriormente sería campeón en diciembre.
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El remiendo ayudó y en esa jornada anduvo a las mil maravillas. Después de esa contingencia los factores regresaron a su orden natural: De los Santos volvió a la retaguardia -donde se transformó en bastión y además marcó el gol clave para el título en las finales ante Santa Fe- y Domínguez, en este caso, entró a suplir a Rojas hasta el final de la competición. Figueroa entraría para contener las andanadas finales en los minutos de cierre de un juego por sus virtudes en el juego aéreo
De nuevo las lesiones y el asunto de la rotación para un equipo que parece muy corto en plantel llevaron al uso de la fórmula de emergencia: De los Santos al medio, Figueroa, a estar al lado de Cadavid. Lo que ocurre es que parece que esa rueda de auxilio, de utilización temporal, se está imponiendo como la titular. Se entiende que hay que rotar, que hay lesionados y que los nombres son cortos ante las competencias que debe enfrentar Millonarios a lo largo de este año, sin embargo está ocurriendo algo que no parece tan bueno: Figueroa no se encuentra a sí mismo en su nivel y deja profundos baches y De los Santos trata de corregir estas falencias haciendo el movimiento natural de retroceso que le dicta su posición original y se crea un hoyo negro en esa zona tan complicada para echarla a la suerte en cualquier partido de fútbol.
Contra Independiente en Avellaneda el gol de Benítez se termina gestando -previo error de Quiñones y Banguero- en ese lugar. El dominio de Junior en el encuentro que favoreció 2-0 a los barranquilleros también delató esa grieta conceptual.
Está bien que al sufrir un pinchazo en carretera se utilice el repuesto para salir de apuros. Lo que no debe ocurrir es que esa llanta -que en algunos automóviles es más chiquita que las originales y tiene un uso sugerido- termine sosteniendo los ejes del vehículo.
Eso es lo que está pasando en la defensa en Millonarios.