Opinión

Barcelona y Atlético: formas de negociar

Nicolás Samper analiza los últimos movimientos entre azulgranas y colchoneros. Hay un perdedor. 

01 de septiembre 2021, 12:00 p. m.
A veces trato de comprenderlo aunque me cuesta trabajo, de verdad. Es simplemente sentarse a ver lo que pasó en el más reciente mercado de fichajes en Europa para entender que el Barcelona se llevó la medalla de hojalata en cuanto a sentarse a hacer cuentas y pensar en negocios muy mal hechos que han venido marcando su propia suerte en este último tiempo.
Dejó ir en su momento a Luis Suárez porque parecía que para ellos era casi que un rudimento inservible en su proyecto futbolístico. Suárez, un atacante de grandes actuaciones y que conformó aquel famoso tridente con Messi y Neymar. Para esos tiempos, cuando el uruguayo andaba en medio de la controversia por su mordisco a Chiellini, el club se sacó del bolsillo poco más de 80 millones de euros. Lo curioso es que lo dejó ir por nada, más allá de que aún sus pies tenían mucho fútbol para dar. El Atlético lo llevó a sus filas casi que sin costo y Suárez allí en el Wanda Metropolitano sintió lo que significaba jugar con sangre en el ojo, de verdad. En una demostración colosal de ardentía futbolística el 9 se cansó de hacer goles con el Atlético incluso dando ventajas -anduvo varias fechas por fuera por cuenta del COVID-19- y lo condujo al título de liga. Barcelona, mientras tanto, miraba hacia los cuatro costados del Camp Nou buscando un artillero que no tenía y que dejó ir inexplicablemente.
No ha sido la única vez: David Villa también le trajo muchas alegrías. El extremo de la Selección española recaló en Cataluña por 40 millones de euros, procedente del Valencia y lo de Villa también fue muy bueno allí. Se convirtió en una de las válvulas de escape para Guardiola y además su cuota de gol no estuvo del todo mal: en poco más de 110 partidos hizo 41 anotaciones, sin ser el 9 referencia, ni mucho menos. Él también fue empezado a mirar con desdén hasta que fue dejado a precio de huevo. Y Atlético Madrid vio la oportunidad y no la dejó ir. Villa en el Atlético además de marcar 13 goles en 42 partidos -una cifra bastante similar de acuerdo a los promedios anteriores con el Barcelona- no desentonó en lo más mínimo y para completar, se coronó campeón de Liga en la temporada 13/14.
El mejor de todos los casos es el de Antoine Griezmann. El rubiecito francés que alguna vez compitió por un lugar con Johnatan Estrada mientras vestía los colores de la Real Sociedad se transformó en un hombre importantísimo para el Atlético. Jugando como una especie de segundo delantero, a veces transformado en media punta, se llevó los aplausos con sus actuaciones con el rojiblanco y Barcelona -en un fichaje que era recomendado, además de predecible- desembolsó poco más de 120 millones de euros por sus servicios. Con los azulgranas Griezmann fue un fantasma que jamás consiguió exhibir su buen nivel en Madrid. Y de repente ayer anuncian que Griezmann vuelve al Atlético, con una opción de compra obligatoria de 40 millones de euros y listo.
Se entiende por qué Barcelona debe tanto, -dicen que la deuda del club está cercana a los 1.100 millones de euros- sin nombrar otros negocios como los de Coutinho y Dembélé que poco le dieron y donde gastó enormidades. Así, haciendo cuentas rápidas, Barcelona invirtió en Suárez, Villa y Griezmann 240 millones de euros con un retorno de inversión paupérrimo.
A veces me siento como Barcelona haciendo negocios.
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