La Eurocopa y esos equipazos que no ganaron nada
Nicolás Samper homenajeó a aquellas selecciones que animaron históricas versiones de la Euro.
Foto: Archivo Particular
Alemania-Escocia abrirá el telón de un torneo hermoso como siempre lo será la Eurocopa. Albania, Georgia, la vuelta de clásicos como Rumania y Escocia y la expectativa de saber si Francia e Inglaterra son capaces de sacar patente de su favoritismo previo hacen parte de un menú maravilloso de fútbol.
Y apenas esta fiesta termine -que además va al tiempo que la Copa América, por lo que estos tiempos serán muy felices- de golpe quedará alguna revelación, algún equipo que, más allá del campeón, se quede en el recuerdo de todos por su manera de jugar y por su virtuosismo. Es que en ese rubro de los campeonatos morales sí que vale la pena esculcar aquellas formaciones que estuvieron cerca y que al final se quedaron en el borde del camino.
Y apenas esta fiesta termine -que además va al tiempo que la Copa América, por lo que estos tiempos serán muy felices- de golpe quedará alguna revelación, algún equipo que, más allá del campeón, se quede en el recuerdo de todos por su manera de jugar y por su virtuosismo. Es que en ese rubro de los campeonatos morales sí que vale la pena esculcar aquellas formaciones que estuvieron cerca y que al final se quedaron en el borde del camino.
Como Portugal, uno de esos países que hasta antes del 2016 siempre se colgaba esa medalla de ser el inmerecido eliminado. Para el año 2000, reunieron un tremendo equipo. Su arranque pareció fallido: Inglaterra lo derrotaba 2-0 en los primeros 20 minutos de juego, sin embargo un remate de Figo que envió desde Lisboa y que se coló en el ángulo superior de mano izquierda del sorprendido Seaman, resultó ser la gasolina perfecta para generar la revolución. Esa tarde en el estadio del PSV Eindhoven, Portugal terminó venciendo 3-2. De ahí en adelante nadie pudo pararlo: derrotó a Rumania, destrozó a los alemanes con una tripleta de Conceição y en cuartos de final despachó sin mucho trámite a Turquía. La semifinal con Francia fue pelea, lucha y reclamos airados por una pena máxima que desequilibró la balanza en el minuto 117 de la prórroga y que convirtió Zidane. Abel Xavier, Vítor Baía, Luis Figo, Sergio Conceição, Nuno Gomes y Rui Costa eran los adalides del buen fútbol que, al final, se quedaron observando la final por TV.
Lo de República Checa en 1996 fue directamente una sorpresa porque aunque empezó perdiendo 2-0 ante Alemania, pegó el batacazo al doblegar a los italianos 2-1 (que eran favoritos en el certamen, pero que se vieron rendidos ante los goles de Nedved y Bejbl) y al final empataron 3-3 con Rusia. Más allá de empatar en posiciones con Italia, el resultado favorable frente a sus rivales de clasificación fue lo que los terminó catapultando a cuartos de final, donde otra vez le pegaron a otro favorito: En Birmingham y con un golazo de cuchara de Karel Poborsky, llegaron a las semifinales para chocar con los franceses, que eran favoritos aunque no les sobraba mucho por aquellos tiempos. Un tedioso 0-0 determinó que los penales definirían la serie y ahí República Checa consiguió su tiquete a la final contra Alemania.
Empezaron venciendo a Alemania 1-0 con gol de Patrick Berger (un volante ofensivo de gran clase que nunca terminó de explotar del todo), pero Bierhoff igualó las cargas en Wembley. En el tiempo extra y con la regla del gol de oro todo fue tensión hasta que Bierhoff, que había llegado sin mucho ruido a la Mannschaft luego de campañas muy sólidas en el modesto Udinese, remató de izquierda en el área y el portero checo Petr Kouba no puso bien las manos; los guantes se le doblaron y el balón terminó siendo el gol del título alemán, pero a su vez el reconocimiento a un conjunto que con Bejbl, Nedved, Berger, Poborsky y Kuka, hicieron que el público aplaudiera sus audacias y arrojo.
Similar historia protagonizaron los checos en el 2004, llenos de figuras y sumando a Milan Baros, Petr Cech y Jan Koller, se rindieron ante la aún más sorprendente Grecia que, con un balón parado y un frentazo salvaje de Dellas, se quedaron fuera de la final.
Los ejemplos siguen: Dinamarca en el 84, que más allá de irse en primera fase impuso el sistema de 3 en el fondo en Europa y generó buen juego y novedad, que ratificaría dos años después en el Mundial de México; la Turquía de 2008 de Sentürk, Emre y Kazim Richards, que perdió su paso a la final en un partidazo frente a los alemanes; o la Rusia de ese mismo año: Zhirkov, Akinfeev, Beretzuski, Arshavin y Pavlyuchenko, fueron los titanes que se quedaron en la berma por cuenta del tractor español que los destrozó dos veces en el torneo (4-1 en fase de grupos y 3-0 en la semifinal).