Copa Libertadores

'El cubrimiento era casi de tipo familiar': Guillermo Montoya

El periodista antioqueño recordó la Copa Libertadores ganada por Nacional el 31 de mayo de 1989.

Atlético Nacional fue el primer equipo colombiano en celebrar una Copa Libertadores para el país, en 1989. Foto: Archivo EL TIEMPO


30 de mayo 2019, 08:16 p. m.
“¡Viene Leonel!, la Copa está aquí ya, la copa tiene que estar, viene, viene, viene… si, llegó, la Copa está aquí, ¡la Copa llegó!”, esa fue la narración del ‘Paisita de oro’ Luis Fernando Munera Eastman, que aún perdura en el recuerdo y en el corazón de miles de hinchas de Nacional y del fútbol colombiano, cuando aquella noche del 31 de mayo de 1989, el conjunto ‘verdolaga’ tuvo su primera gran consagración, conquistando la Copa Libertadores.
El periodista Guillermo Montoya, recuerda esa campaña de la Copa, como un suceso que trascendió las épocas, siendo un equipo que contó con jugadores colombianos, quienes por convicción le apostaron a un proceso y terminaron ganando una generación que terminó siendo la base de la Selección Colombia. “La Copa llegó fruto de un proceso, donde la convicción de tener un equipo con jugadores colombianos marcó una época en Nacional. Antes, el equipo tenía jugadores ‘criollos’ por necesidad”, comentó.
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A diferencia de esta época, donde la globalización hizo que los enviados especiales y los cubrimientos sean cada vez más específicos, Montoya recuerda esos días donde iban a la par de los equipos por todos los estadios del continente, sirviendo como puente entre el protagonista y sus hinchas. “Recuerdo mucho el estadio de Racing, los viajes a Asunción, más por la hostilidad de la plaza, eran equipos que mostraban un gran nivel competitivo. El cubrimiento, el seguimiento y el acompañamiento era casi de tipo familiar, jugadores, directivos, médicos y periodistas éramos una sola familia y nos ayudábamos mutuamente. Recuerdo que cuando necesitábamos hacer unas entrevistas simulando que estaban en el camerino, minutos antes de saltar a la cancha. Íbamos hasta el hotel y dentro de las habitaciones hacíamos una recreación de lo que se vivían en los vestuarios, ‘se metían en el cuento’ para darles vida a las transmisiones de los partidos, gritaban, se ponían los guayos, saltaban. Había una armonía, un trabajo en conjunto. El oyente se acostumbró al sonido ambiente que nos colaboraban en estos partidos internacionales”.
“Había una gran camaradería con los jugadores, existía un espacio para la tertulia en los hoteles, ahora eso está prohibido. Los jugadores cada vez están más distanciados de los periodistas. Nuestra función en esas transmisiones era llevarle al oyente una gran interacción y acercamiento con los jugadores. Luchábamos para ser protagonistas en el lugar de la información”, agregó.
En cuanto a los rivales, para Guillermo, “Olimpia marcó una diferencia sobre equipos argentinos, brasileños y uruguayos, un equipo paraguayo era muy difícil que trascendiera tanto y luego un equipo colombiano tomara esa iniciativa e importancia en el torneo. La Copa se jugaba en el atlántico, y luego aparecían nuevos equipos para marcar su propia historia. En esa final estaban los mejores de esa Copa”, sostuvo.
Sin excluir a Millonarios, un equipo con el que Nacional comenzó una dura rivalidad que viene hasta estos tiempos. “Los partidos contra Millonarios se convirtieron en clásicos interregionales, además porque Nacional venía de atrás descontándole partidos y títulos a Millonarios quien era el equipo más ganador del fútbol colombiano. Algunos jugadores también propiciaron para que este partido pasara de un aspecto netamente competitivo a uno más violento, como ocurría con (Eduardo) Pimentel, a quien no nombrábamos su nombre en las transmisiones, sino por su dorsal en la camiseta”.
Pasó Emelec, Deportivo Quito, Millonarios, Racing en octavos, Millonarios de nuevo en cuartos, Danubio en semifinales, para llegar al duelo final contra Olimpia. La ida en Asunción con derrota
incluida y la vuelta… en Bogotá, según la Conmebol por el tema de capacidad, aunque Guillermo Montoya no estuvo muy de acuerdo que haya sido esa razón por la cual el ‘verde’ jugó su partido definitivo en una cancha neutral. “La Conmebol aplicó un reglamento que no se cumplía en otros casos. Muchas situaciones tornaron que el estadio Atanasio Girardot fuera un lugar hostil para los rivales. Es cierto que no había la capacidad suficiente para la final. Finalmente se jugó en Bogotá, contra Olimpia, un equipo paraguayo, la sede de la Conmebol es en Asunción y fuera de eso querían quitarle posibilidades a Nacional jugando en una cancha neutral, lo cual fue contraproducente. Ese desplazamiento de los hinchas al estadio El Campín al final fue mejor, hubo más gente haciendo presión, ese estadio era una caldera, media ciudad de Medellín estaba en Bogotá. El ambiente fue superior a lo que se pudo haber vivido en el Atanasio”, detalló. 
Pasó el 31 de mayo, remontada, penales y fiesta, Nacional era campeón de América y había que regresar a Medellín, una caravana que Guillermo recordó con mucha alegría, “regresando a Medellín, estábamos en el mismo avión del equipo, de la empresa SAM. Hicimos un contacto con la aeronáutica civil, con los pilotos y pudimos transmitir desde el avión. Ingresando a la ciudad, el avión dio una vuelta sobrevolando el Valle de Aburrá, la expectativa crecía cómo el equipo llegaba a Medellín”.
En el oriente antioqueño, pasaron del avión al transmóvil, muy común en la época, más cuando cubrían las pruebas ciclísticas como la Vuelta a Colombia. En el vehículo de la cadena Caracol, Montoya expresó que “muchos jugadores quisieron acompañarnos en la transmóvil, entre ellos Andrés Escobar y Leonel Álvarez. Llegamos a la ciudad, había un río humano que comparo con las grandes Vueltas a Colombia, con los ‘paisas en caravana’ fue increíble”.
Pero las emociones apenas comenzaban, “cuando pasamos por la Cuarta Brigada, se montó al transmóvil Juan Jairo Galeano y el momento en el que se encuentra con su amigo Andrés Escobar, nos conmovió a todos, ese choque de sentimientos fue muy lindo. El dolor de ‘JJ’ por no haber podido estar y el cariño de Andrés con su amigo, diciéndole que ese triunfo también era de él, se fundieron en un abrazo interminable, como esa tanda de penales en Bogotá”, detalló.
Luego llegan al Atanasio y… “fue la locura, “todos tomando el trofeo y recorriendo 400 metros, parecía una prueba de relevos. Lo que no se había vivido en el Atanasio, se disfrutó y se revivió en Medellín. Hubo doble celebración, la noche en Bogotá y la vuelta olímpica en el Atanasio al día siguiente. Los abuelos dicen ‘el que pega primero, pega dos veces’, cuando uno habla de ese título, hay mucha recordación. Del 89 se seguirá hablando. Más allá de otros títulos que tienen gran valor, este fue con doble celebración, magnificando el título de Nacional. Recordemos que fue el primer equipo del sector del pacífico en imponer condiciones y marcar el paso”, concluyó.
Juan Camilo Álvarez Serrano
Corresponsal FUTBOLRED
Medellín
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