Colombianos en el Exterior

Cuatro años y medio de raras decisiones: viacrucis de James en clubes

El colombiano llegó a acuerdo para salir de Rayo Vallecano, su sexta rescisión en línea. 

James Rodríguez en Uruguay vs Colombia. Foto: Dante Fernández / AFP


06 de enero 2025, 08:45 p. m.
"Es un caso digno de estudio", dicen desde España, tratando de explicar lo que en este lado del mundo ya hemos convertido en parte del paisaje: James Rodríguez llega como gran figura a un club y se va como gran decepción. Lo grave es que, como en el meme, cada vez importa menos cuándo lo leas...
Lo del colombiano es llamativo, es cierto, pero puede tener explicaciones muy lógicas, más allá del apasionamiento que implica referirse al capitán nacional. 

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​El zurdo se va y se pierde Rayo Vallecano de todo su talento, que es incuestionable, pero también alivia una carga que ya era incómoda: el jugador más costoso de la plantilla -por mucho- no puede tener la importancia marginal que venía teniendo con Íñigo Pérez ni someterse a la presión de no llegar ni siquiera a una convocatoria. Eso es insostenible en el largo plazo. 
¿Por qué el fichaje bomba detonó así en las manos de un club tan modesto? Hay una explicación que para los reporteros que cubren el día a día del club es evidente: James nunca fue un pedido del entrenador, no por una razón de gusto sino de estilo, pues en Vallecas la estrategia de hace años ha sido redoblar esfuerzos en marca, no para arrollar a los rivales a fuerza de destellos de talento sino para vencerlos por físico agotamiento. Por eso, entre otras cosas, tampoco fue protagonista Falcao al final, más allá de sus lesiones.  
Pero es más que eso: al ser un fichaje del presidente con efecto mediático y no deportivo, la presión le jugó en contra, especialmente porque los buenos resultados avalan a Íñigo pero condenan al 10. Claro, nadie se pregunta si tal vez la calidad de jugadores que lo rodearon en sus mejores años en Real Madrid o ahora en Selección Colombia no potencian su talento... eso en Rayo nunca ha sido tan importante. 
¿Pero es correcto lo que ocurre? ¡De ninguna manera! El día que el fútbol deje de ser un juego exclusivamente físico y sobre el talento se hablará de otro deporte. Históricamente el dotado con técnica debe tener espacio en cualquier equipo. Pero también hay que decir que hoy manda el resultado y eso lo están consiguiendo sin un creativo: no lo necesitan. 
¿Malas decisiones?
Por eso hay que poner el foco en el propio James: ¿no sabía a qué jugaba el Rayo antes de firmar su contrato? ¿No le advirtió Falcao que allá había que aportar otras cosas adicionales a la magia de su pierna izquierda para el pase o la definición? ¿Privilegió la posibilidad de volver a vivir en su amada Madrid y su lujosa residencia antes que la tradición del juego de su club? Es improbable creer que no estuviera enterado... Lo que significa que lo decidió él y, una vez más falló. 
Y sería una apuesta más, un fracaso en la medida exclusiva de un objetivo incumplido, salvo por un detalle: es la sexta vez que le ocurre lo mismo, que se va de manera intempestiva, antes de finalizar su contrato, molesto con el entrenador de turno, inconforme porque no se le da su lugar.
Cadena de errores
Este viacrucis empezó por un traspaso inconcluso: tenía todo acordado para llegar a Atlético de Madrid pero una goleada en un amistosos en Estados Unidos (7-1) hizo que Real Madrid bloqueara la operación y lo dejara sin opciones. Entonces, a regañadientes, volvió de Bayern Múnich, donde Rummenigge se había impuesto y quería pagar más de 40 millones de euros de su cláusula para mantenerlo en el club, y se puso a órdenes de un Zidane que, igual que sus sucesores, no logró acomodarlo en su equipo. 
Ocurrió en Everton, a donde lo llevó su tan querido Ancelotti para dejarlo pronto en manos de un Rafa Benítez que lo sacó  corriendo; se repitió en la 'cárcel de oro' de Al-Rayyan de Catar, de donde salió desesperadamente tras una charla con Néstor Lorenzo para recuperar su sitio en la Selección Colombia; pasó en Olympiacos donde habría tenido un disgusto con un DT encargado y se fue a dos meses y medio del final de su contrato: Otra vez sucedió cuando llegó como fichaje bomba a Sao Paulo de Brasil y se fue sin apenas asentarse; y ahora en Rayo se repite la historia, con una intempestiva salida cuando le quedan seis meses de vínculo laboral. 
Los números son implacables: desde 2020, James David Rodríguez jugó 99 partidos -pequeños tramos para ser exactos-, lo que significa que cada mes en los últimos cuatro años y medio jugó apenas 1,8 encuentros. ¿Quién puede mantenerse a tope en esas condiciones?
Fueron solo 6.292 minutos en total, aunque en Rayo superó sus peores números: jugó 205 minutos, 100 menos que en la aciaga última temporada con Zidane en el Madrid, e igualó una asistencia y cero goles como registro final. Impresentable. En Everton, con Ancelotti, tuvo su mejor pico con 6 goles y 8 asistencias. Después lo suyo se limitó a un solo verbo: deambular.
Estos son los números del zurdo en sus últimos cuatro años y medio en clubes:

James en clubes desde 2020 Foto: Sofascore para Futbolred


Dirá en su defensa que hace seis meses era el mejor jugador de América y merecía al menos la posibilidad de demostrarlo en un club al que no le sobra talento; que el presidente le prometió lo que al final el DT no le cumplió; que no está, en su condición de MVP, para suplicar una oportunidad... y puede que tenga razón en todo.
Pero la cruda realidad es que este episodio de Rayo está lejos de ser un hecho aislado, que se volvió crónico en su carrera y que para cualquier equipo que lo quiera a partir de ahora, esa posibilidad de irse y dejar el contrato a medio terminar es una realidad con la que tendrá que convivir... no todos querrán correr el riesgo. 
Somos el resultado de nuestras decisiones y James no está al margen de eso. Vendrán tiempos mejores, ojalá. La Selección Colombia es la más interesada en terminar de una buena vez con tanta incertidumbre. Si su objetivo único es el Mundial 2026, necesita dejar de rodar y asentarse. A sus 33 años parece un momento ideal.
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