Manchester City fue una aplanadora que acabó igual con el talento y la motivación de un Manchester United demasiado plano, que fue más expectativa que realidad en el derbi más esperado de la Premier.
En el Etihad Stadium fue muy superior el dueño de casa, que se impuso 4-1 y dejó la sensación de haber podido celebrar más veces, contra un oponente que no tuvo a Cristiano Ronaldo y que en el primer tiempo pareció renunciar incluso a competir. Si hay suspicacias en Old Trafford, la verdad es que todas caben al ver la actitud de un equipo rojo muy inferior en fútbol y en ganas.
A la velocidad a la que piensan juegan los pupilos de Guardiola y por eso no era de extrañar que ya a los 5 minutos se adelantaran en el marcador, en una gran salida por la izquierda, fabulosa asistencia de Bernardo Silva y De Bruyne, que acompañaba, celebraba el 1-0.
No se escondía el United, que desperdiciaba a los 17 otra salida excepcional de Bruno y luchaba hasta el 21, cuando le llegaba el empate: contragolpe de dos pases desde el arco, cambio de frente, tiempo para acomodarse hasta perfilarse y un remate tan pegado al palo que Ederson, por mucho que se esforzó, no logró alcanzar.
Se fue al ataque e City y lo tuvo en el cabezazo desde el piso de Foden que pegó en el travesaño y el gol llegó en otra de esas sucesiones de toques en el área tan típico e indescifrable en los de azul: se coló Foden asistido por Grealish pero tapó De Gea, a l propio Grealish le quedó otra vez y de nuevo el arquero respondió, volvió la pelota a Bernardo y entonces apareció de nuevo De Bruyne, sospechosamente libre para el 2-0. Es demoledor del líder de la Premier.
Porque salvó De Gea en un espectacular mano a mano con Mahrez y porque Rodrigo también erró la suya, mientras
los de rojo aparecían de a poco, la más clara en la gran ocasión de Maguire antes del descanso.
Pero eso que se esperaba para el complemento, una respuesta de pura rebeldía de los rojos, no pasó de la expectativa: es como si no hubieran querido salir al campo, se limitaron a ver jugar al rival y no el tercer tanto local, obra de Mahrez a los 68 minutos, casi que se lo esperaban.
De hecho fue De Gea el único que se ganó el salario al salvar el mano a mano con Mahrez, con Foden, con todos los de azul que buscaron el cuarto ante semejante pasividad. No jugaba Cristiano Ronaldo, hay que decir. ¿Pero pesa tanto como para no intentar algo más, al menos por pura vergüenza? La realidad es que no es culpa del City y por eso Gundogan marcó el 4-1 fina sobre el final, con el suspenso de la revisión del VAR.
No hubo amenaza para un City muy superior, que se afianza en el liderato y responde a la victoria de Liverpool, en un mano a mano que sí aporta emoción a la Premier. Lo del derbi, en realidad, no llegó a ser tanto.