Liverpool se aferra al sueño de ser campeón de la Premier League gracias a un agónico triunfo 2-1 contra Tottenham, en un partido pleno de emociones.
Intensidad es una cualidad típica de los partidos de Premier League, pero este duelo en Anfield sí que ofreció eso y mucho, mucho, talento para ofrecer un espectáculo a la altura de la expectativa.
Liverpool imponía condiciones y complicaba desde el pitazo cuando Firmino hizo el primer daño a los 16 minutos, en medio de la duda en la zaga del Tottenham, que le permitió el ingreso y lo vio celebrar.
Tuvo al 19 un golazo de manual el Liverpool, en un balón por la derecha, que fue para Salah, abierto a Wijnaldum y Mané entró con una sutil definición al palo izquierdo, donde casi se sintió el roce del balón. Una pena que no subiera al marcador semejante joya.
Dávinson salvó a los suyos con un cierre milagroso al 21 sobre Salah, que ya se perfilaba para anotar, y de nuevo despejó en el tiro de esquina que él mismo cedió. Cumplía el colombiano.
Tottenham tenía tantos líos en su propia casa que apenas si intentó un par de excursiones sin mayor peligro.
Pero en el complemento parecía más sólido, más animado el visitante a buscar el partido al frente.
Al 55 el violento remate de Rose que salvó Alisson le quedó servido a Ericksen quien la envió apenas desviada.
Hasta que al 69 llegó el premio: se avivó Kane en el cobro de una falta en el medio campo, pelotazo a Trippier a la banda y excepcional control, Ericksen metió el pase dentro del área y castigó Lucas Moura, dedicando su gol al bebé que viene en camino. Golazo. Sin más. Y entonces empezó otro trepidante partido.
Reaccionó Liverpool apostando a Fabinho y Origi por Henderson y el nublado Milner. Salah, que seguía sin ser brillante, recibió voto de confianza de Klopp… y la fortuna hizo que la apuesta resultara ganadora al final.
El gol del triunfo se lo perdió Firmino cuando le pegó en el cuerpo el cabezazo de Van Dijk y se encontró la pelota Lloris, al 78.
Y al 79, en un tiro libre frontal se desvió el cobro de Origi, fue al tiro de esquina y pedían mano de Lucas Moura, que ya tenía amarilla.
Increíble lo que se perdió Sissoko al 83 en un tremendo contragolpe, gran cierre de Van Dijk, que estorbó al volante e impidió el pase a Son. De nuevo lo tuvo Delle Alli, a gran asistencia de Kane, pero se le fue apenas por arriba el gran remate ya al 86.
Parecía un empate pero llegó el infortunio para desatar la locura: Salah metió un cabezazo envenenado y el central acaba metiendo la pelota en propia puerta. No importa que fuera autogol, la locura se desató igual en las tribunas ahora que Liverpool toma dos puntos de ventaja sobre Manchester City (con un partido más) y sigue soñando con un título esquivo por 29 años.
Tottenham dio la pelea pero no tuvo ya tiempo de reaccionar y lamentó las claras opciones que llegó a concretar. Partido pleno de emoción, correcto para Dávinson Sánchez y feliz, inmensamente feliz para el local.