Refundación y otras calenturas

Análisis de jugadores con presente y futuro para la Selección Colombia.

Jenny Gámez

Jenny Gámez

Foto: Filiberto Pinzón

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03 de abril 2022 , 09:00 p. m.

El dolor es una gran excusa. Se dicen tantas tonterías bajo su sombra, se ofende con tanta facilidad en su nombre, se engaña con tal ligereza alegando el más profundo pesar del corazón, que al final es como esas prendas de talla única que se ajustan a todas las medidas, que sirven a todos los propósitos.


Se entiende y se respeta la tristeza. Saberse fuera de un Mundial de Catar es un sapo difícil de tragar, más cuando se entiende que, hombre por hombre, pocos equipos de la región estaban por encima de Colombia. Y ese fue el problema: que la suma de esas individualidades nunca garantizó una idea de equipo.

Pero pasó el tiempo y ya fue suficiente de patrañas en nombre del dolor. La primera, la exagerada, imprecisa y casi arrogante idea de la refundación. ¿Quién creemos que somos para darnos el lujo de jubilar a un portero que pelea título de Serie A, a un central de la Premier League, a un capitán de Juventus, a un goleador de una de las cinco ligas más importantes del mundo? Si algo vamos a aprender de esta tristeza que sea mirarnos al espejo en nuestra justa dimensión, sin minimizarnos pero, especialmente, sin sentirnos más. El ego es una trampa infernal.

Hoy tenemos promesas que nadie sabe si darán el salto de calidad: no creerán que a un Jorge Carrascal a quien se cansaron de darle oportunidades y hasta la 10 de River Plate sin mayor suceso le van a dar la tarea de reemplazar a un James que, si sale de la invitación a la mediocridad que es la Liga de Catar, no perderá su talento y recuperará el nivel que lo hizo goleador de un Mundial de fútbol. ¿O es que tienen muchos en carpeta que cumplan ese requisito? Y por ahí van más ejemplos: Juan Camilo 'Cucho Hernández (23 años) no contó en los últimos tres años, Jaminton Campaz (21 años) tuvo chispazos y juega en segunda división de Brasil; de Yaser Asprilla (Watford en riesgo de descenso), de 18 años, dijeron que era exagerado convocarlo en el ciclo Rueda; caso parecido es el de Alexis Castillo Manyoma (19), a quien se le ven condiciones pero nunca para tirarle la presión de refundar un equipo; a Daniel Ruiz (20 años) se le espera en una selección mayor pero eso tendrá que demostrarlo en el fútbol internacional al que aún no llega; luego están Stiven Vega (23) o Andrés Llinás (24) de quienes ya tendríamos que estar diciendo lo que decíamos de Mina o Dávinson cuando, a los 23 y 22, eran mundialistas...

Nadie dice que estos prospectos no tengan calidad, de hecho les sobra, pero hoy son golondrinas que no harán el verano de la clasificación al Mundial de Estados Unidos, Canadá y México en 2026, entre otras porque los equipos serios, en vez de tirar todo a la basura, dan vida a su renovación llevando a las promesas de la mano de los veteranos.

¿Quiénes? Luis Díaz, el mejor futbolista colombiano del momento, tiene 25 años y cuando culmine su gran proceso en Liverpool, tendrá 29 para buscar la revancha que prometió en una Copa Mundo. Y junto a él, esos a los que muchos descartan: David Ospina tendrá en cuatro años 37 años, casi la edad a la que Manuel Neuer disputará una Copa Mundo más con Alemania en Catar; Yerry Mina tendrá 31 y ya ha sabido ganarse -salvando las lesiones-, un nombre en la Premier League; Dávinson Sánchez tendrá mal presente pero es uno de los centrales con futuro y mercado en Europa y apenas tendrá 29 en el siguiente Mundial; Duván Zapata, que tendrá 35 en 2026, es el segundo colombiano más valorado del mundo (30 millones de euros).

Si algo habría que copiar es lo que en el mundo se hace bien: en Uruguay llevan a Darwin Núñez de la mano de Luis Suárez y Edinson Cavani (35 años); en Argentina convocan a siete muchachitos 'europeos' para que convivan con Lionel Messi (34); en Brasil, teniendo miles de opciones, sigue llamando a Dani Alves (39) para que ayude en menesteres fuera del campo; en Croacia, Kovacic (27) hizo su curso en selección con el profesor Modric (36). Y así, falta espacio para enumerar ejemplos.

Colombia tiene varios jugadores con nivel de selección, es cierto. Pero ni son los mil que pregonaba el destituido Queiroz ni son los 26 o 27 con los que decidió amarrarse Rueda para hundirse en su propio río de miedos, firmando por decisión propia su segunda eliminación de una Copa Mundo. Hablar hoy de refundación no es más que una calentura. No estamos al nivel de Brasil o Argentina en este lado del mundo y no tenemos cómo soñar con Francia que, a diferencia de Colombia, tiene proceso y estructura: antes de coronarse campeón mundial en Rusia 2018 se había ganado un Sub 19 europeo y había sido finalista de la Euro, con la base joven de Mbappé y Dembelé y tantos otros, pero acompañados por los Griezmann, Lloris, Giroud o Pogba que les dieron equilibrio.

No teníamos nada de eso cuando nos sacaron con justicia del Mundial de Catar y no lo tendremos en cuatro años, menos conservando la misma nefasta administración que nos trajo hasta aquí. Aterrizar es el comienzo de la operación revancha que hay que comenzar ahora. Y para eso lo primero es dejar de engañarnos.

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