A José Mourinho, el Chelsea lo despidió por la puerta de atrás, siete meses después de conseguir el título en el torneo pasado en Inglaterra. De regreso en el tiempo, un episodio similar había vivido en el Real Madrid, en medio de convulsiones informativas.
A Fernando 'Pecoso' Castro lo licenciaron cuando perdió el control de su grupo, escasearon los buenos resultados, se agudizaron sus conflictos y debilitó la sintonía con el público.
Gerardo Pelusso, semanas antes, se marchó de Santa Fe como víctima de una rebelión fraguada por la estrella del club, Omar Pérez, equivocado a la hora de elegir formas para dirimir conflictos, con devastadoras consecuencias. Desolador fue el paseo por la Copa Libertadores.
El baile de los DT, es tan común en el fútbol como goles y triunfos. Llegan como salvadores , se marchan como perdedores, masacrados por los resultados negativos.
Cortar por lo sano, cuando se ve absurda la continuidad de un proceso, marca el umbral de salida para las crisis, por parte de los dirigentes, eludiendo hábilmente sus responsabilidades, al igual que los futbolistas, que disfrazan en cariñosos mensajes de gratitud la insatisfacción que con él, con el técnico apartado del cargo, tenían.
No hay duda de que los métodos usados por Castro no eran los indicados. Su conducta, penalizada con severidad por los tribunales, derivaba de las críticas repetitivas a su gestión y de la perdida de manejo en las relaciones con los componentes del club y con su entorno.
'Pecoso', personaje único. Recio luchador, miembro activo en la historia reluciente del Deportivo Cali, como jugador y entrenador; irreverente, arrebatado con sus pataletas públicas, firme con su carácter, insobornable frente a empresarios inescrúpulosos, o calculadores de apuestas.
Pero con él, como con todos, la paciencia tuvo un límite.
A su favor que dio otro título al Cali y maduró a sus estrellas de la cantera. En su contra, que entró en 'shock' en los momentos difíciles.
En el caso Santa Fe, es alto el costo que se paga por los desaciertos. La sensación que se palpa es que los futbolistas contratados fueron inferiores a las expectativas y que el cambio del entrenador, afectó por lo inoportuno.
El costo de un capricho, de una rabieta, de la vanidad y hasta de la hipocresía. De la perdida de autoridad de arriba para abajo y de abajo, hacia arriba. Tantas excusas soberbias de por medio.
Entrenadores de fútbol poder inestable. Reyes de estadios y micrófonos. Luego en el banquillo de los acusados, donde el periodismo practica tiro al blanco.
Esteban Jaramillo Osorio
Especial para Futbolred
Twitter: @estejaramillo

Esteban Jaramillo, columnista invitado.
Foto: Archivo ETCE