El fascinante viaje a la vida de Édgar Perea, un hombre de multitudes y espectáculos. Personaje único, salido del mundo variopinto del folclore nacional, a veces tan frentero, en ocasiones tan dicharachero. Encendida su garganta, calentaba estadios y convertía los partidos que narraba, en eventos de alta intensidad.
Derroches de pasión, sin discursos blandos, con efervescencia al hablar. Transmitía todo, con versatilidad inigualable, labia fácil y envolvente, como testigo privilegiado de acontecimientos deportivos trascendentales.
Los oyentes le seguían o le rechazaban, pero no había espacio para la indiferencia, por su estilo único.
Sus descripciones, sus alegatos acalorados, su chispa crítica, su vozarrón intimidante, se mantuvieron activos hasta el final de su vida, haciendo caso omiso a las alertas de las enfermedades que lo cercaban.
No fue solo el negro Perea, como se le identificaba. Tampoco 'el Campeón' como sus amigos lo llamaban y menos su excelencia, como algún vez me dijo que se le saludará, por su condición de exsenador o exembajador.
Recuerdo cosas buenas, muy buenas de Édgar. No susurraba cuando defendida sus posturas pero gritaba en sus arengas regionalistas. Agudo como pocos, trasformó el periodismo deportivo de Colombia y dejó un valorado legado para las nuevas generaciones en el arte de la narración y el comentario.
Perea no fue un peleador callejero, micrófono en mano; tampoco un provocador sin sensatez o un manipulador sensacionalista para beneficio propio.
Su agitación al aire, fue la consecuencia de sus emociones desbordadas a favor de Junior, la Selección Colombia de fútbol y los atletas colombianos en el exterior. Sus descripciones, con goles que dieron gloria y títulos, con puñetazos que derrumbaron estrellas y trajeron coronas, con jonrones para la eternidad, con pedalazos para coronar las cumbres, vigentes por siempre estarán.
Nunca medias tintas, nunca agua en la boca, nunca verdades sesgadas convertidas en mentiras, nunca obsecuencia con el poder.
En materia de moda, fue un transgresor. Sus pintas fueron inigualables, hasta que lo devoraron los cachacos con su estudiaba formalidad. Famosas fueron sus camisas, sus vestidos, sus corbatas y su ornamenta en oro.
Con su astucia radial, Perea doblegó a los panelistas que enfrentaba, sentado en la palabra, en defensa de su verdad. Siempre será visible 'el Campeón' en el inventario de artistas de la radio colombiana. Un personaje sin par.
Esteban Jaramillo Osorio
Especial para Futbolred
Twitter: @estejaramillo

Esteban Jaramillo, columnista invitado.
Foto: Archivo ETCE