Lotería

Opinión de Julián Capera sobre el pasado de Miguel Borja y su presente en River Plate.

Julián Capera

Julián Capera, periodista

Foto: @juliancaperab

  • Enviar
  • Guardar
  • Comentar
16 de mayo 2025 , 11:50 a. m.

En Tierralta, donde el sol parte la tierra y los sueños se escriben en sudor, el padre de Miguel Ángel recorría las calles vendiendo lotería. Voceaba la esperanza para el pueblo en billetes numerados, vendiendo que el azar podía cambiar la historia. Pero su hijo, mientras crecía en una casa humilde entre empanadas calientes y ausencias que aún duelen —dos hermanos desaparecidos por la violencia—, aprendió que hay otro tipo de esperanza: una que, aunque no pueda verse ni agarrarse como un billete de lotería, es mucho más real.

Una que no promete atajos, ni responde siempre de inmediato, porque —como él suele decir— “Dios es soberano”. Y esa soberanía implica aceptar que los caminos a veces son largos, que las respuestas llegan en el tiempo divino, no en el humano.

Borja lo sabe. Lo ha vivido. Por eso se toma con calma cuando -desde su propia patria- lo dan por desahuciado, cobrándole aún una eliminación de la que quizá es el menos responsable. Y es que muchas veces ni siquiera tiene que ver son sus rendimientos y estadísticas, porque nació en el país de odio, donde el fútbol a veces es lo de menos para quienes hablan de fútbol.

Esta semana, con su gol ante Independiente del Valle, alcanzó los 31 goles en la Copa Libertadores, ratificándose como el máximo goleador colombiano en la historia del torneo y entrando al TOP-4 del ranking histórico general, entre gigantes del continente. No es solo un número. Es un testimonio.

A Lorenzo no le gusta. Ha dicho que no lo convoca por “coherencia de proceso”, pero ¿no es acaso más incoherente seguir apostando por el mismo camino que hace varios partidos no parece conducir a ninguna parte y dejar por fuera a otros colombianos con números mejores y en plena madurez?

Borja no exige. Espera. Sabe que la fe no es una lámpara mágica. Es una siembra lenta, que a veces parece en vano, hasta que un día tal vez florece. Como ahora. Como sus 31 goles. Como su insistencia silenciosa en seguir creyendo.

Él, que creció viendo a su padre vender números con la esperanza de cambiar destinos, aprendió que la fe no es una apuesta instantánea, sino una confianza profunda en que, aunque las respuestas no lleguen cuando queremos, el camino tiene un propósito mayor.

En tiempo de sequía en Colombia, Borja podría tener de nuevo un lugar. En un ataque que ha carecido contundencia, el delantero de River Plate ofrece un perfil probado en las grandes noches internacionales, acostumbrado a la presión y capaz de cambiar partidos. Quizá es para el cuerpo técnico un buen momento para dejar de jugarle al mismo boleto y dejar tanto al azar...y a la cábala.

Síguenos en nuestras redes
Comentar
Guardar

Recomendados

  • Premier League
  • Liga de España
  • Serie A
boton left
boton right