Melodrama

La opinión de Julián Capera acerca de la negativa de Juan Fernando Quintero para firmar con Junior.

Julián Capera

Julián Capera

Foto: Archivo particular

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12 de enero 2023 , 07:11 p. m.

Faltan 352 días para que termine el año y ya algunos muñecos de ‘año viejo’ en Barranquilla tienen su rostro asegurado. Seguramente repetirá Piqué -en la casa de Valerie Dominguez y en varias más- portando un Casio y manejando un Twingo. Pero quizá no sea el único futbolista de trapo sentado en una esquina de Curramba cuando vuelva a sonar la música de Buitraguito y el Indio Pastor; y es que el novelón de Juan Fernando Quintero-Junior ya es digno de canción.

Fue una negociación extraña. Con más reflectores, micrófonos y trinos de lo habitual. Lejos del discurso ambiguo de los dirigentes y del silencio sepulcral o las frases de casete de los futbolistas, aquí hubo una buena dosis de exposición desde el principio y eso puso el espectatómetro a tope desde muy temprano. Quizá innecesariamente.

Primero porque en la era del Facetime y el Telegram decidieron hacer una reunión presencial para discutir la oferta. La prensa sabía por cual puerta iba a salir el futbolista charlando con Álex Char para capturar una imagen que sería una auténtica bomba mediática. Muchos se animaron a decir que era un negocio hecho y que de lo contrario el jugador no habría volado hasta la capital del Atlántico.

Después, el fuego cruzado de versiones. Los protagonistas de la negociación filtrando algunas verdades a medias y otras genéticamente modificadas para orientar la opinión pública en la misma ruta de sus intereses. De negocio cuasi-cerrado a semi-caído, pasando por todos los estados y todos los colores en cuestión de horas.

Todo sumado a la activa participación en redes sociales del futbolista. Siete publicaciones en tres días, cuatro en día y medio para alguien que entre octubre y diciembre del año pasado puso la misma cantidad de mensajes en esta red social. Un trino con la foto del Pibe Valderrama vistiendo la camiseta 10 del Junior y el mensaje: “EL PAPÁ”. Seis horas después, la foto de Giovanni Hernández con camiseta del mismo equipo y “EL TÍO” en la descripción de la imagen. Parecía ser la insinuación de un trato hecho, pero según el último de sus mensajes, era más bien un poco de presión a los directivos.

Después de todo el melodrama, cuesta creer que esta historia esté terminando con una escena en la que las iniciales JFQ no se estampan en aquel contrato membretado con los colores del Junior. Y lástima que sea así: para un fútbol tan maltratado y pordebajeado como el nuestro, la llegada de una figura de esta talla era una buena noticia.

Si este es final, no volverán a ser amigos. Ha sido un romance de esos cortos e intensos de los que no se vuelve nunca más a la amistad. Si Quintero no firma con Junior, llevará tiradera en ritmo de champeta y muñeco de año viejo también.

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