Selección Colombia

Lorenzo pierde el rumbo: tres síntomas de su involución con Colombia

El DT tuvo otro partido errático desde el planteo y el replanteo y acabó ahorro en Eliminatorias.

Néstor Lorenzo, Colombia vs Paraguay Foto: Vanexa Romero/El Tiempo


26 de marzo 2025, 12:45 a. m.
"Hoy si me voy preocupado por el rendimiento, del primer tiempo sobre todo. Hemos venido de momentos no tan buenos emocionalmente, salimos con todo a buscar el resultado, pero nos costó sostener. Eso hace que la confianza se empiece a perder y no jugamos bien". Firma Néstor Lorenzo después del empate 2-2 de la Selección Colombia contra Paraguay. 
¡Por fin! Hicieron falta cinco partidos de seis sin victorias para entender que había algo mal en esa terquedad del "patear el tablero no sirve" o "me cuesta sacar a los jugadores que están jugando bien". La miopía se curó en Barranquilla. El problema es que las otras enfermedades persisten y el pronóstico es muy reservado.
 
La Selección Colombia necesita reconocer el mal para empezar a superarlo y no lo ha hecho del todo: su juego involucionó a partir de la Copa América 2024 y por razones no necesariamente futbolísticas está dejando en el camino la confianza, que era su principal activo. Hoy es insegura, frágil, predecible, absolutamente vulnerable.
 
Tiene mucho que ver el rol del técnico Néstor Lorenzo, a quien le llovían elogios en el torneo norteamericano y en sus primeras victorias, casi todas en amistosos, por su habilidad para corregir sobre los partidos e intervenir con eficacia. Hoy interfiere y entorpece en vez de resolver. ¿A dónde se fue se sexto sentido? Tres síntomas del síndrome del novato que podrían explicar sus malos resultados: 
​1. De la confianza a la paranoia
​A Lorenzo lo precedía su inexperiencia pues apenas tenía unos cuantos meses como DT en propiedad en melgar antes de aceptar la dirección de la Selección Colombia. ¿Cómo lo contrarrestó? Con confianza. No la exigió, se la ganó a fuerza de resultados, de un invicto de más de 30 fechas, de trabajo y mucho sentido común para corregir sobre la marcha. No es que no cometiera errores de principiante, es que los minimizaba con triunfos y con una notable autoconfianza. 
El problema es que de aquello, que valió hasta para volver a una final de Copa América después de 23 años, hoy queda poco. El Lorenzo post Copa es revanchista, contestatario, burlón en unas ocasiones y hasta mentiroso en otras (en un mismo día dijo que Dávinson estaba para jugar y unas horas después lo desconvocó). Y no importaría que fuera así solo en las ruedas de prensa, pero es que ahora lo refleja todo en la cancha. 
Su actitud habla más de inseguridad que de aquel aire de suficiencia que tenía cuando ordenaba cambios que transformaban para bien. Hoy los hace pensando en responder a sus críticos antes que a la necesidad de su equipo y así le va. Pasó de la confianza a la paranoia sin escalas.    

Colombia vs Paraguay - Eliminatorias 2026 Foto: Vanexa Romero / El Tiempo


2. Exceso de lealtad
El problema de un técnico que roza la consagración en el debut es que se vuelve muy, muy, muy leal a aquellos que lo impulsaron. Y puede estarle pasando factura en esta selección nacional, en la que varios jugadores acusan problemas de rendimiento. 
Richard Ríos lleva más de cuatro meses lejos de su gambeta, de su fortaleza en el juego aéreo y su valentía para intentar la pelota quieta, pero no está ni cerca del mal momento de Daniel Muñoz vestido de amarillo, síntoma que se cumplió en esta doble fecha de las Eliminatorias, cuando 'regaló' dos goles contra Brasil y Paraguay y estuvo a años luz de su rendimiento en la Premier League.
Ni qué decir del 'sincericidio' de reconocer que les pregunta a James o Díaz si quieren salir aún cuando todos vean desde afuera que necesitan relevos mientras subvalora a Jhon Arias, a quien saca siempre, incluso cuando es figura como contra Paraguay. Por exceso o defecto, su lealtad excesiva empieza a generar problemas y explican por qué nos e atreve a 'patear el tablero' como le exige la Selección. 

Colombia vs Paraguay, Eliminatorias Foto: Vanexa Romero/El Tiempo


3. Síndrome de nevera llena
Pero tal vez lo más inexplicable del DT de Colombia sea su decisión, autónoma y consciente, de morir de hambre con la nevera llena. Está bien que apra todos los entrenadores hay unos titulares y unos suplentes, pero para él estos últimos parecen espectros a los que ni mira ni ve... no es lo mismo. 
Parece que el mérito de acercarlos al proceso, de darles convivencia con los líderes y someterlos a situaciones de presión en plena competencia, es su misión cumplida. Porque a la hora de confiar en esos jugadores que son alternativa simplemente les da la espalda: esta vez, contra Paraguay, a Carbonero lo mandó por segunda vez a la tribuna, a Marino Hinestroza eligió no usarlo en una cancha que conoce bien como la de Barranquilla para no darle gusto a la tribuna, a Campaz lo mandó a hacer lo que no sabe... o no entiende, porque así de confuso se ve el jefe en estas últimas fechas de las Eliminatorias. 
Pero tal vez el caso más inverosímil sea el de Juan Fernando Quintero: cumple todos los requisitos de rendimiento, es parte de la familia, conoce a todos los jugadores y puede anticipar sus respuestas en cancha, es campeón continental y el relevo necesario de James. Pero elige al 10 agotado, a Carrascal improvisado, a Campaz o a cualquiera antes que tocar a su líder. ¿Qué es lo peor que puede pasar si le da media hora a un hombre que es sensación en el club y el torneo que juegue? ¿Es porque no está en Europa? ¡James tampoco! Algo que no se ha contado se rompió ahí. El costo es morir con la duda de los que pudo ser y no fue... eligió morir de hambre con la nevera que él llenó de hombres que lo convencen para una convocatoria pero nunca para un partido. 
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