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El primero en reportarse, el más motivado, el que más trabaja, el que quiere dar ejemplo. Ese es James Rodríguez en su regreso a la Selección Colombia, un año después.
El zurdo sabe que el equipo pudo sobrevivir sin él, que fue tercero de una Copa América, mismo resultado que él lograra en 2016 cuando mostró una de sus mejores versiones, y que hoy está directamente clasificada al Mundial de Catar 2022. Sí, Catar, donde él ya juega de local. Claro que hubo vida sin él. Por eso ahora lo que necesita demostrar es que con él esa misma vida puede ser mejor, que su talento puede ser la llave para encontrar la efectividad en ataque que hoy es uno de los pocos lunares de la era Reinaldo Rueda, que su magia no sobraba antes y no sobrará nunca.
El escenario es tan complejo como podía esperar: la visita más dura de toda la Eliminatoria, a Brasil en Sao paulo, y la obligación perentoria de ganarle a Paraguay en Barranquilla, después del magro empate contra Ecuador.
Pero por mucho optimismo que traiga en la maleta, sabe que contra esos rivales, el primero líder sólido de la Eliminatoria y el otro arañando puntos para meterse al menos en cupo de repechaje, habrá un par de cosas que su pierna zurda resolverá, pero otras que no. Repasamos los problemas que solucionaría el 10 si es titular y los que generaría si su presencia se vuelve, otra vez, una camisa de fuerza.
El 10, una fábrica de soluciones
1. Conexión
James es, en sentido estricto, una solución al ataque plano, cantado, espeso y tantas veces predecible por las puntas con Cuadrado y Díaz por el frente con los centros ineficaces a los dos de punta, llámese Zapata, Borja, Borré o cualquiera. Su visión del juego es la razón por la cual nadie, hasta ahora, ha podido reemplazarlo (Quintero y Cardona, por ejemplo). Un pase entre líneas que solo él ve, un pelotazo preciso a un atacante libre, una genialidad. Eso gana Colombia con su número 10 en la cancha.
2. Brújula
La presencia de James garantiza que los demás sabrán a quién buscar cuando les caiga la pelota (todo un lío en los partidos de la fecha triple de octubre contra Ecuador o Uruguay), que tendrán la seguridad de que él entenderá bien si lo mejor es por los costados o buscar juego interior, que al final descansarán en alguien la presión enorme que supone correr 90 minutos detrás de la pelota, el escenario que se espera contra Brasil, y al tiempo pensar.
3. Pegada
La otra gran solución que da James es la media distancia. Hoy, si no es Cuadrado, pocos se animan a los cobros. Con el 10 se sabe que esa opción será una alternativa para hacer daño, por ejemplo contra defensas muy cerradas como la de Paraguay, siempre que él mismo y sus compañeros sepan buscar las faltas y acercarlo a una posición de privilegio. ¿Cuántos se sueñan un gol como aquel que le hiciera con Bayern Múnich al Leverkusen? ¿Verdad que suena tentador?
4. Respeto
No hay sorpresa: no es lo mismo llevar a un Quintero a Sao Paulo o a cualquiera de los escenarios suramericanos que llevar a James. Eso se cae de su peso. Cualquier entrenador toma precauciones adicionales cuando sabe que es James, aunque se trate de esta inesperada versión catarí, el que comandará el ataque rival, a los propios jugadores rivales les genera más inquietud, a nadie le va a sorprender que una genialidad suya resuelva un partido y por eso se cuidarán el doble.
5. Compromiso
Puede que no sea esta la versión del Real Madrid 2015 o el Bayern 2017, pero es un hecho que a James no se le olvidó jugar al fútbol al altísimo nivel que le aseguró fama mundial. Tomó decisiones que lo tienen donde está, pero eso en la Selección Colombia tiene un peso relativo: hoy es el más comprometido, el que aprendió la lección y sabe que no puede fallarse, el que entiende, maneja y supera la presión que a otros les puede pesar. Hoy el 10 es la voz cantante que irá al campo. Y es el eco que todos perseguirán.
Lo que no podrá resolver... aunque quiera
1. Uno menos en marca
Es un hecho que a James, ni en sus mejores años, le salió natural la tarea de marca. Que lo hizo en el Madrid y en Bayern, sí. Que se lo exigieron en Everton y no pudo cumplirlo, también. La marca no es lo suyo y contra el temible Brasil de visitante, tenerlo desde el pitazo implica perder a un hombre en la contención. ¿Vale la pena? La pregunta debería ser mejor: ¿cuándo conviene usar a James? Si se aguanta bien el primer tiempo y en los últimos 20 o 25 minutos minutos se puede 'meter un susto', ¿no es mejor guardarlo?
2. Fluidez
Por exótico que parezca, James es el nuevo de la clase de Reinaldo Rueda. Necesita volver a engranar después de un año de ausencia porque esta vez, y más contra Brasil, puede ser que no se juegue para él o para su ritmo. Cuando se fue el equipo usaba un módulo 4-3-3, con él tirado hacia la derecha. Hoy es un 4-4-2 con variantes, pero con Cuadrado ocupando el que pudo ser su lugar. En el talento de Rueda está acomodar las piezas, pero es claro que puede ser el menos aceitado en el actual esquema.
3. ¿Y el físico?
La situación es que el hombre más esperado para el ataque llega con solo 350 minutos encima, una huella de cinco meses sin actividad, la sombra de las lesiones que no le permitieron destacarse más en la Premier League y un estado físico que está lejos de su mejor versión. ¿Aguantará la exigencia de una máquina como Brasil? De nuevo, será la sensatez de Rueda la que decida cómo y cuándo es oportuno usarlo, exigirlo y exprimirlo para bien de la Selección.
4. Camisa de fuerza
Usar a James necesariamente como titular, como pasó tantas veces en el pasado, puede ser una incómoda e inclusive letal camisa de fuerza. Con él en la cancha habrá que sacrificar a alguno de esos Borré, Zapata, Borja, Muriel o hasta Roger Martínez que aprovecharon su opción cuando la tuvieron y ahora tendrían que sentarse a ver cómo alguien de una liga menor llega a ocupar el puesto, más allá de que se llame James. Eso por mencionar solo el ataque, porque en el medio podría implicar no usar una barrera de tres jugadores para contener a Brasil, porque habría que abrirle espacio al 10. Claro, el grupo lo quiere, lo respalda y lo extrañaba. Pero en la cancha su presencia implicaría sacrificar a otro que probablemente lo hace bien. ¿Vale la pena?
5. ¿Lentitud?
La combinación de poca competencia y dudas sobre su fondo físico abre un riesgo inminente: Colombia podría perder velocidad en su juego, verticalidad, desdoble de ese que Luis Díaz supo convertir en goles en la pasada Copa América. Si siempre hay que buscar al 10, inclusive jugando para atrás, entonces en vez de soluciones se crearán nuevos problemas. Por eso es bueno recordar: el que viene a recuperar un puesto es James, será su compromiso y su sacrificio lo que lo impulse y ya no solo su innegable prestigio. Eso lo deben entender todos, incluyéndolo.