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¿A la altura? ¡Nadie! La Selección Colombia ofreció otra pobrísima presentación en Quito y con justicia acabó goleada 6-1 contra un Ecuador pletórico de fútbol, confianza, despliegue físico, efectividad y gol.
Fue un show de un solo acto, pues ya en el primer tiempo la pesadilla colombiana se había consumado con un resultado incontestable, indefendible, increíble. Fue una secuela de aquella tarde de pesadilla en Barranquilla pero mucho peor, mucho. Un show de falta de carácter, rebeldía pero especialmente de fútbol. No hay con qué ni con quién y eso es dolorosamente evidente.
A los 6 minutos ya se ponía cuesta arriba la historia: un tiro libre de costado que rechazó débilmente Zapata y le quedó a Arboleda, quien de media vuelta la puso pegada al palo, donde no llegaba Vargas. Y antes que pudieran enterarse los confundidos zagueros de azul, el saque de Vargas quedó en la mitad, Mojica pensó que llegaba Murillo y viceversa y en esa indecisión, Ángel Mena solo tuvo que enfilar a Vargas y fusilarlo.
La pesadilla de Barranquilla pero ante los de camiseta amarilla: primer gol, nula reacción, desconcierto, fatalidad.
Era Cuadrado el que intentaba sacudir a los suyos y provocaba dos tiros libres y era Zapata el que tenía la primera opción, cuando a los 24 minutos, de media vuelta, exigió al arquero... Una golondrina que no hacía verano. ¿James? Dos tiros libres, uno pegado al palo. Fin del aporte en la primera media hora.
Y Ecuador se acordaba de atacar y cada vez que eso ocurrió fue gol: esta vez les volvió a ganar Mena por la banda y el centro a Estrada solo tenía que empujarlo para su tercer tanto en Eliminatorias. Como toda situación difícil es susceptible de empeorar, apreció Luis Díaz defendiendo, durmió la siesta Mojica y no se percató de quien llegaba a su espalda y en el centro, otra vez superando a Murillo, Arriaga apareció para el 4-0. Ni el más optimista ecuatoriano aspiraba a un dominio tan abrumador, una sentencia tan sencilla, una goleada tan simple.
Y entonces, el momento de Queiroz, quien hizo cuatro cambios con factura de cobro para Mojica (entró Fabra), Uribe (llegó Barrios), Orejuela (por Muriel) y Díaz y al final, para él mismo, para su confusión y su desesperación, mensaje de caos que iba y venía entre el banquillo y la cancha.
El timonazo tuvo un buen efecto inicial y fue Fabra, pero hasta ahí. Llegó el rebusque de Zapata de siempre para provocar el penalti que James, quien por fin apareció para el cobro, cambio por gol y, por fortuna, se acabó por fin ese primer tiempo de confusión y humillación.
Pero no mejoró nada en el complemento: se lo perdieron Estupiñán (57) y Estrada (60) y salvó Vargas el quinto en un atajadón a barra que debió ser el quinto.
¿Colombia? Escaramuzas con Dávinson, algo más de Suárez y no mucho más, cuando ya Cardona estaba en el campo, en el lugar de Lerma. Otro cambio sin efecto.
A los 75 estaba felizmente en fuera de lugar Plata y su jugada de gol era inválida pero ya no habría suerte cuando Plata celebró en una gran salida por izquierda, pálida marca azul, pared de Mena con Plata y remate cruzado para el 5-1. La única sombra fue que su celebración le costó la segunda amarilla y la expulsión.
¿Reacción? ¿Rebeldía? ¿Fútbol? Nada aparecía en Colombia. Y Ecuador no se cansaba, se fortalecía con el tiempo y consumaba su goleada a los 90 en una espectacular definición de Arboleda de tiro libro para el 6-1 final. Seis veces fue Vargas, el reemplazo de Ospina, a sacar la pelota de su arco. Y pudieron ser más.
El daño ya estaba hecho: otra penosa presentación de Colombia, lejísimos del nivel de los primeros juegos, goleada, humillada, desconocida, sin alma en la cancha y sin libreto desde el banquillo y con un pírrico penalti como único aporte ofensivo en 90 minutos. Jamás se cayó una idea. La pesadilla durará hasta marzo y este es un golpe que todavía puede hincharse... ¿o planean irse a casa sin consecuencias?