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Todo se hace bien. Todo. El plan, la ejecución, la reacción, el castigo. Todo a pesar del suspenso que dominó el cierre en este nuevo enfrentamiento entre Manchester City y Liverpool, ahora en la semifinal de la FA Cup, que fue alegría roja.
A pura emoción, ataque frontal y ambición se firmó una victoria 3-2 que deja a los de Klopp en la final de la FA Cup, que tuvo a Luis Díaz como titular y a Mané como gran figura.
Era un solo del equipo de Klopp el primer tiempo, controlando cada centímetro del campo con un Keita notable en la tarea de marca en el medio y una efectividad absolutamente incontestable: las tres opciones claras que generó terminaron en gol.
A los 9 minutos un cobro de Robertson de tiro de esquina fue directo a la cabeza del gigante Konaté. Primer golpe. A los 17 pudo oler miedo Mané en el arquero Steffen y fue a atacarlo cuando le devolvieron la pelota, provocando un tremendo error que acabó en el 2-0. Era un reino de desconcierto el equipo azul, sin un De Bruyne que pusiera orden y con un Bernardo Silva que corría mucho pero no tenía socios. Raro pero cierto: parecía que no tenía libreto para la debacle el equipo de Guardiola.
Y cuando parecía que el descanso sería la solución, otro castigo: justo a los 45 minutos una jugada que arrancó Luis Díaz abriendo por izquierda, acabó en una tocata frente al arco de Steffen y una aparición letal de Mané por derecha, para tomar un balón y meterlo pegadito al palo, sin dejarlo caer, una perla para los de rojo, un puñal para los de azul.
Ese anhelado descanso pareció cambiar el decorado: apareció por fin Grealish en un error de Van Dijk que aprovechó Gabriel Jesus para habilitar a su compañero, apenas sobre el minuto 47, ideal para anticipar una reacción con el 3-1.
Y sí que se animaba con el gol el City, y se iba sobre el arco con Foden y Sterling, este último el más claro. Y a los 70 le tocaba el turno salvador a Alisson Becker en un mano a mano espectacular con Gabriel Jesus. Y eran tímidas las respuestas de Mané primero y de Díaz después, en un servicio a Keita que se fue muy arriba.
Hasta que a los 71 de veras reaccionaron los de rojo, en una salida de Díaz, quien alcanzó a ver a Salah por la derecha y le abrió un pase divino, pero la definición se fue besando el palo. Se desperdiciaba el puntillazo...
El primer remate de Díaz llegaría a los 79 minutos y fue a manos del portero y a los 84 se fueron él y Mané para dar paso a Firmino y Jota, un dolorcito de cabeza más de Klopp en su juego mental con Guardiola.
Pero no sería el rojo sino el azul el que alargaría el nerviosismo con un gol al minuto 90, una combinación entre Mahrez y Silva, al que no llegaron los zagueros, amontonados y angustiados para el cierre. Se perdió Fernandinho el empate cuando rozó la pelota a un rojo y se fue encima el City y Alisson becker dejaba un rebote medio infantil que otra vez provocaba un tiro de esquina y era una prueba terrible de carácter, cuando Becker le negaba el gol a Sterling en otro tremendo remate, mientras Salah se perdía el cuarto en una salida de contragolpe con todos los de City jugados. ¡A puro vértigo era el cierre!
Parecía eterno el último minuto pero era una fiesta roja, felizmente para Klopp, que sufrió pero ganó de nuevo. Gracias a Mané.