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Para muchos fue el mejor de su época, para otros ha sido un ídolo de su infancia e incluso algunos lo tildan de ser el mejor delantero de la historia del fútbol. Más allá de todas las opiniones al respecto (muy válidas claro está), lo cierto es que Ronaldo Nazario tiene inscrito su nombre en la lista de los mejores futbolistas de todos los tiempos.
Marcó goles por montones, descrestó con su habilidad técnica y complementó esto con los más grandes títulos colectivos e individuales.
Aún así, el crack brasileño tuvo un problema que le impidió haber llegado aún más lejos de lo que pudo. Su principales enemigos fueron las lesiones, aquellas dolencias físicas que por años no lo dejaron tener continuidad.
La historia de su peor karma se remonta a un 12 de abril del año 2000. Aquel día, Ronaldo regresaba a los campos luego de una lesión de rodilla que lo dejó fuera por seis meses. El brasileño volvía con hambre y ansias de minutos, por ello en el Inter decidieron alinearlo en la final de Copa Italia frente a la Lazio.
Desafortunadamente, ese mismo día recayó de su lesión, luego de intentar una bicicleta, y tuvo una rotura total del tendón rotuliano de su rodilla derecha. La imagen que le sigue es un Ronaldo muerto del llanto mientras se retorcía del dolor. El mundo del fútbol pensó lo peor.
‘El Gordo’ duró más de un año en recuperación y recién volvió a jugar meses antes del Mundial de Corea-Japón 2002.
La historia diría después que la vida lo premiaba luego de tanto dolor, goleador del campeonato del mundo con ocho tantos y campeón mundial, por segunda vez con Brasil, siendo su máxima figura.
De allí salió rumbo al Real Madrid y encabezó el equipo de ‘Los Galácticos’ junto a monstruos de la talla de Zidane, Beckham, Raúl y Figo. De a poco la vida le devolvió a Ronaldo lo que le quitó en el pasado, pero la situación ya no era igual. Aquellas rodillas desgastadas ya no se movían como antes, a pesar de marcar goles de todos los colores, y esa vertiginosidad de los años 90 se esfumó.