Champions League

Gotas de su medicina: el duelo táctico que Klopp le ganó a Valverde

Apostando descaradamente al ataque y corriendo demasiados riesgos, Liverpool eliminó a Barcelona.

Klopp vs. Valverde, en Liverpool vs. Barcelona Foto: EFE


07 de mayo 2019, 09:20 p. m.
Llegó el día de la revancha en la semifinal de Champions League y mientras Jurguen Klopp hizo de las carencias de Liverpool una oportunidad, Ernesto Valverde convirtió la ventaja en una incomodidad.
El duelo táctico lo ganó el alemán por valiente, arriesgado, por jugar al límite y apostar, casi irresponsablemente, al heroísmo.

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Había advertido que la ausencia de figuras como Salah, Firmino y Keita era la opción de algunos no tan conocidos de meterse en la historia del club. Y lo hicieron con creces.
Klopp sabía que esta vez necesitaba hacer goles y, si había suerte, evitarlos. Tenía armas en ofensiva y las usó y confió la obligación del arco en cero a Van Dijk –el mejor central del mundo- y el arquero Allison Becker (verdugo de Barcelona jugando con la Roma).
Tenía a Daniel Sturridge, Xherdan Shaqiri y Divock Origi para liderar el descuento y apostó por los dos últimos, cuando se esperaba que Sturrisge reemplazara a Salah: primera sorpresa. Origi le dio el gol en St James Park que lo tiene vivo en la Premier y Shaqiri hizo 6 tantos en la temporada. Se ganaron el lugar. Y a Wijnaldum, a quien sacrificó en la ida como falso 9 (improvisado de Firmino), lo usó esta vez como revulsivo (entró tras el descanso), más retrasado para tener más metros de desplazamiento y explotar su remate de afuera.
La fórmula era clara: fiel a su 4-3-3, presión total no alta sino altísima; balones a espaldas de los centrales para castigarlos en velocidad, ida y vuelta de Henderson y Milner y potencia pura de mané y Shaquiri por los costados para surtir balones arriba. ¿Resultado? Origi y Wijnaldum firmaron dobletes en el 4-0. Fin de toda discusión.
¿Y el plan de Valverde?
Mientras Klopp salía en modo kamikaze, a golear o ser goleada ante su propia gente, Valverde apostó a un gol visitante que asegurara la clasificación y por eso usó de nuevo el mismo 11 del Camp Nou, donde su rival tomó precauciones que no iba a querer en Anfield. Primer error de estrategia.
Vio en Vidal a un mejor socio ofensivo que Arthur, apostó por Coutinho en una cancha que conocía –allí vivió años felices- y confió en Sergi Roberto para cambiar el 4-4-2 de la ida, temiendo las transiciones del rival, por un 4-3-3 más potente en ataque. Salió a jugar el partido, como en Roma hace un año, y no a administrar la ventaja. Claro, tener a Messi obliga. Pero al final, fue otro error de concepto.
El primer gol cayó pronto y el DT no hizo modificaciones. Tercera falla gruesa. Valverde entendió que el gol llegaría con el 10 o Suárez en el complemento –después de todo, siempre lo salvaron las individualidades- y al ver llegar a Wijnaldum no entendió cuál sería su función hasta que le aplicó un doblete.
En ese punto, con el 3-0, su equipo tenía goteras por todo el techo y él quiso evitar la inundación recurriendo a Semedo por el decepcionante Coutinho –cuarta falla- y a Arthur por Vidal, cuando era el chileno el más sacrificado y aparte con media distancia. Una falla más. Quiso volver sobre la hora al 4-4-2 del Camp Nou pero vino el cuarto gol, un error de principiantes de sus pupilos, y el fantasma de Roma sepultó su ilusión.
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