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Chelsea pasó una noche apacible en Stamford Bridge contra un Lille que fue más expectativa que realidad y marcó el camino en los octavos de final de la Champions League. Claro, pudieron ser más goles para encaminar la llave, pero por la manera como se plantó su rival, no hay mayores motivos de preocupación.
El equipo de Tuchel se impuso por 2-0, con goles de Havertz y Pulisic y por largos tramos pareció dedicarse a dejar pasar el tiempo sin despeinarse, ante la pasividad de su oponente.
El juego arrancaba con Havertz advirtiendo a Leonardo, con un remate cruzado que arañaba Leonardo para desviar, con más corazón que otra cosa, el que parecía el primer tanto sobre los 3 minutos.
Ya no fallaría a los 8 cuando atacó la pelota en el cobro de tiro de esquina de Ziyech (lo dejaron solo los marcadores franceses, más preocupados por Thiago Silva) y castigó el alemán, marcando lo que sería el resto del juego.
Parecía que Onana pondría picante pero su remate y los intentos de David fueron demasiado tímidos. Igual el
de Renato Sanches, Chelsea, entre tanto, quiso aumentar la ventaja pero no fue claro en la definición.
Lo bueno es que al regreso del descanso Ziyech apretó el acelerador con un buen remate que salvó el portero, hasta que a los 63 aumentó por fin la cuenta: Christian Pulisic coronó de derecha el maravilloso servicio de N'Golo Kanté., ahora en modo atacante, y entonces sí 2-0 en el marcador.
Y fue bueno y malo porque ya Chelsea se sintió cómodo y su rival no tuvo cómo inquietarlo. Apenas al final, en el tiempo de adición, se animaron los de azul a ir con más hombres al arco rival, sin hacer suficiente daño.
Ganó bien Chelsea, pero le faltó un rival más encarador, menos resignado. La llave favorece a los ingleses y ahora hay que ir a Francia a ratificar la ventaja.