De la emoción a la infinita tristeza pasó Juventus en casa de Sevilla, en la semifinal de vuelta de la Europa League. Ganaba 1-0 pero le remontaron los españoles, que acabaron imponiéndose por 2-1 y clasificando a la gran final.
El nerviosismo era protagonista en el arranque, con una serie igualada que obligaba a Sevilla como local pero facilitaba la marca italiana de Juventus.
Gati era el primero que probaba en serio a Bono para su lucimiento y respondía Szczesny en un clavado para negarle el gol a Ocampos y por centímetros no entró la pelota.
Lo tuvo Di María a los 25 en gran pase de Rabiot que quiso acabar con un globito que le salió elevado y era turno para Acuña con otro remate que probaba al buen arquero polaco.
Se anulaba la jugada de gol de Locatelli por un offside a los 40 y había que ir hasta el segundo tiempo para ver los goles.
El primero fue una jugada que propuso y finalizó Vlahovic a los 65, que no pudo celebrar suficiente pues a los 71 metió un remate tremendo de media distancia Suso para poner la cuenta 1-1 y sostener la igualdad que obligó incluso al alargue.
Y entonces, una carta oculta de Sevilla: Lamela. Y a los 95 la confirmación: un cabezazo suyo fue el 2-1 que enloqueció a la afición local, una revancha personal para quien se perdiera el mundial con Argentina pero ahora pasaría a ser el héroe de la final de la Europa League.
Un detalle incómodo: la expulsión de Acuña por la tontería de demorar un saque lateral y recibir la segunda amarilla. Insólito perderse una final por eso.
Cuadrado jugaría 105 minutos pero se iría triste con Juventus y Sevilla, en su torneo fetiche, otra vez peleará la final, cara a cara con Roma de Mourinho.