¿A qué se debe el 'apagón' de James en Everton y Selección Colombia?

El colombiano lleva casi un mes lejos de su rendimiento al inicio de la temporada.

James Rodríguez

James, figura con Everton fecha a fecha.

Foto: EFE

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16 de noviembre 2020 , 08:46 a. m.

Lleva una vida moviéndose entre la lluvia de elogios y la crítica despiadada. Para James Rodríguez no hay grises: su nivel es memorable o lamentable, sin consideraciones intermedias. Y justo este momento está más cerca de lo primero, con lo cual sufren Everton y la Selección Colombia por igual.

El colombiano viene de un arranque frenético, alucinante en la Premier League, con 3 goles y 3 asistencias en 5 partido y unos números fenomenales en precisión en el pase. La hinchada de los 'toffees' pasó de mirarlo con recelo a hacerse tatuajes y canciones en su honor.

Pero apareció en el camino la pausa de selecciones, el inicio de las eliminatorias a Qatar 2022 en Suramérica, y algo de ese mágico estreno se fue quedando en algún aeropuerto.

James llegó a Barranquilla para el partido de Colombia contra Venezuela, el 9 de octubre pasado, en un momento exultante y esa noche lo ratificó con asistencia y un partido correcto. Que el rival apenas exigió, eso también es cierto. Pero el 10 hizo lo suyo.

Sin embargo, ese 13 de noviembre comenzó al curva descendente: en Santiago, frente a Chile (2-2) el creativo deambuló, más que otra cosa, y el empate agónico fue más obra de las ganas de Falcao que de la influencia del hombre de quien más se esperaba.

Se entendía que él y Mina, quien no jugó por una molestia física, tenían en la cabeza el regreso a Inglaterra para un partido crucial contra Liverpool, el derbi que nadie quería perderse. Pero ese día, más allá del resultado (2-2), el james influyente, el de los pases filtrado, el que debía mover los hilos del ataque, pasó inédito.

Y fue un síntoma de lo que pasaría después, contra Southampton, cuando francamente pasó inadvertido, aunque para ese momento ya tenía una molestia, nunca suficientemente explicada por Everton o por Carlo Ancelotti, pero que sería, según la prensa española, un golpe que sufrió con Van Dijk en el derbi y que le produjo una inflamación importante en un testículo. Llegó a estar en duda para ese partido por esa razón, pero jugó y casi ni se sintió.

Llegaría Newcastle y entonces sí se quedó fuera de su primera convocatoria en Premier, por esa misteriosa lesión de la que nadie habló oficialmente. Se entendía que necesitaba estar a tope contra otro durísimo rival que exigía su magia, el Manchester United, pero otra vez pasó sin pena ni gloria. Se sabría después que no entrenó normalmente esa semana y que cuando Ancelotti ordenó su salida de la cancha fue porque no tenía como evitar la derrota 1-3: estaba fundido.

Entonces apareció de nuevo en el camino la Selección Colombia y el esperado partido contra Uruguay, en Barranquilla, el que debía ser la confirmación del buen balance en el inicio de la eliminatoria. Pero el nivel de James nuevamente dejó mucho que desear: nula asociación, imprecisión permanente en el pase y hasta pérdida de la pelota para el 0-2 parcial, una falla que él mismo reconoció al final de ese partido para el olvido suyo y de todo su equipo.

¿Resumen? Cuatro partidos sin ganar con Everton, que pasó de ser líder de la Premier al séptimo puesto de la tabla, estacionado en 13 puntos, a 8 del puntero, Leicester. Tres más con Selección Colombia, con 4 puntos de 9 en disputa. No celebra una victoria desde el pasado 9 de octubre, justamente contra Venezuela, lo que supone 36 días en un bajón que desconcierta en un hombre con su talento y su influencia en el juego cuando está a tope.

¿Qué le pasa? Es una realidad que físicamente no viene bien: la famosa lesión lo tiene hace casi un mes entrenando fuera del ritmo normal de sus compañeros y eso es inocultable a un nivel tan alto de exigencia como el de la Premier y el de una eliminatoria que los entendidos califican como la más difícil del mundo. La mala noticia es que no va a tener un respiro este martes, pues viene un equipo muy fuerte, potente, exigente en el despliegue físico y punzante a la hora de atacar. Ya Uruguay le mostró que sabe cómo 'enjaular' su talento a fuerza de una marca asfixiante y se anticipa otra dosis de esa medicina en Quito, que además está a 2.800 metros de altitud.

El escenario es tan caótico como puede imaginarse. Pero en su caso no hay excusa válida: "hay que levantar la cabeza, somos ganadores. La única derrota es rendirse", anunciaba él mismo en sus redes sociales. La revancha que busca en la actual temporada es un examen permanente y el que viene se llama Ecuador. Levantar la cabeza es, antes que nada, un mensaje para él mismo: solo él sabe cuánta presión carga, solo él es capaz de darle una nuevo impulso a su innegable calidad.

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