Reloj de arena

Reflexiones tras la goleada que sufrió Tolima en Brasil y se eliminación de Libertadores.

Julián Capera

Julián Capera

Foto: Archivo particular

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08 de julio 2022 , 01:04 p. m.

La arena parece no caer en este reloj. El tiempo se rehúsa a caminar, las imágenes de cada gol son en slow-motion y el relato del narrador en x0,5. A los 20 minutos siento que llevo más de una hora comentando y aún faltan las escenas más crudas. Deportes Tolima, el único sobreviviente del fútbol colombiano en la actual edición de Copa Libertadores, fue aplastado por Flamengo en su última presentación.

Más allá de los memes y las burlas, que brindan algo de calma a las agobiadas almas de algunos hinchas de otros equipos que ni se asoman hace rato a la fase de grupos (cada quien celebra lo que puede), la masacre que vivió el conjunto ibaguereño en el Maracaná nos recuerda -al FPC en general- que la grieta entre la élite del fútbol sudamericano y nosotros es cada vez más profunda. Hasta la irrupción del Tolima en el grupo de los 16 mejores del continente, Colombia llevaba tres ediciones consecutivas sin acceder a esta instancia y suma ya siete torneos sin meterse al grupo de los ocho.

Y es que cada vez parece más difícil resistir al poder futbolístico y económico de los equipos brasileros. Son plantillas que bien podrían competir en algunas de las ligas de mayor prestigio en el fútbol europeo. Por ejemplo: Flamengo, autor de la masacre en Río de Janeiro, tiene una nómina valorada en 165,25 millones de euros (según Transfermarket). Es decir que el valor de mercado de su equipo es casi igual al del Porto (169 M€) y supera a todos los demás de la Primeira Liga de Portugal; es más valioso que trece plantillas de la Ligue 1 de Francia y diez de la Bundesliga alemana.

Comparado con su víctima de esta semana, Flamengo vale 7,82 veces la nómina del Tolima y con el salario de solo uno de sus jugadores, Gabriel Jesus: más de 987 millones de pesos colombianos, se cubren todos los sueldos de su rival.

‘El dinero no es todo, pero como ayuda’, dicen los Auténticos Decadentes. Y cuánta razón tienen. Es verdad que en nuestro fútbol hay muchas cosas que pueden hacerse para aliviar la crisis institucional que vivimos y para competir de mejor manera. Sin embargo, aún si se hicieran, seguiría siendo complicado, seguiría sonando y sabiendo a hazaña cada victoria ante contendores de este nivel.

Y a veces pasa. Así como hay noches en las que la arena parece dejar de caer, hay algunas también –más escasas, claro- en las que hasta la física se invierte y los granitos suben, llenando el receptáculo de arriba sin explicación aparente. Como aquella en Belo Horizonte, hace apenas mes y medio, en la que este mismo pequeño Tolima al que hoy tantos dedos apuntan derrotó en su casa a Atlético Mineiro (130,55 M€) y se convirtió en el primer equipo colombiano en cosechar dos victorias en Brasil, tierra de gigantes, en una misma edición de Libertadores. Yo decido quedarme con esa foto, con ese recuerdo y con ese reloj.

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