Celebrar también es resistir. Tradicionalmente, la mayoría de ucranianos han festejado navidad el 7 de enero (calendario ortodoxo) y no el 25 de diciembre como buena parte del mundo occidental. Sin embargo, este año, muchos de ellos han decidido que la fecha para las doce cenas será distinta a aquella en la que se brinda y se baila en la ortodoxia rusa. Una resignificación de la festividad más importante de todas, de quienes decidieron quedarse y quienes decidieron volver.
Esta no es la primera vez que Oleg Salenko debe elegir entre una de sus dos patrias: la de su madre y la de su padre. En la década de los noventa, en medio de un agitadísimo y confuso panorama político tras la disolución de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas, aquel futbolista que se convertiría en el único capaz de anotar cinco goles en un mismo juego de Copa del Mundo, tuvo que elegir una camiseta. En 1992 jugó para Ucrania, la tierra de su padre, en el primer partido oficial del naciente país. Sin embargo, unos meses después optó por Rusia, la tierra de su madre.
A 96 kilómetros de la capital de Ucrania, en el Óblast de Kiev, está Dvirkivshchyna, pueblo natal de Andriy Shevchenko. Aquel hombre que un día fue campeón de Europa con el Milan de Italia y es aún el séptimo máximo anotador de la Liga de Campeones de Europa. Un auténtico ídolo nacional, sobre todo por lo que hay más allá de sus goles y sus vitrinas. “Tenemos un objetivo muy claro: estamos luchando por nuestra tierra, por nuestro futuro y este es un pueblo realmente unido”: dijo el día que le entregó a Robert Lewandowski, capitán de Polonia, una cinta de capitán con los colores de Ucrania.
Salenko tuvo que volver a decidir y esta vez eligió la patria de su padre. Vive en Kiev desde hace muchos años y aun cuando pudo salir de allí antes que la guerra empezara a dibujar sus más oscuras escenas, decidió quedarse: "Un mes y medio después de empezar la guerra comenzamos a ir al frente, a los sitios más destrozados: a Vasilkov, a Borodyanka, por ejemplo, al norte de Kiev. Masacrado. Llegamos, charlamos con ellos, hay veces que es complicado hablar, jugamos. En el frente, ni yo ni nadie va a contar la peor experiencia que ha vivido. En Fastiv, hace un mes, jugamos un partido y fuimos al cementerio: traían a cinco chicos y todos eran de 21 años, 23…", le contó recientemente a Relevo.
Y Shevchenko decidió volver. Después de atender algunos compromisos como ‘embajador’ de su país, ha estado este mes en Kiev. Incluso, vivió de cerca un nuevo asedio ruso a la capital: “Los rusos están tratando de atacar la infraestructura clave. La sensación de la explosión fue muy fuerte. Cuando fui a la zona de guerra sabía que esto podría suceder”, dijo a Sky el histórico capitán del Dinamo de Kiev.
En Mykolaiv, una población en el sur del país, a solo media hora de territorios ocupados por Rusia, la ciudadanía instaló un árbol de Navidad decorado con redes de camuflaje y adornos militares. En la Plaza de Santa Sofía en Kiev, el de este año ha sido bautizado como ‘el árbol de los irrompibles’. Es el árbol de los que decidieron quedarse y los que decidieron volver. De los Salenko y los Shevchenko. La navidad de los que resisten.