Déjate caer

Opinión de Jenny Gámez sobre la nueva salida abrupta de James Rodríguez de un club.

Jenny Gámez

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Foto: Filiberto Pinzón

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14 de abril 2023 , 08:58 a. m.

No juega con la suerte. Hace tiempo que también ella se cansó de su desprecio. Juega a patear su talento, a renegar de su don, a sacrificarlo todo en una ridícula apuesta por el James Rodríguez Fútbol Club. Con ella perdió siempre en los últimos años pero no lo sabe... o no le importa, que para el caso es igual.

Alguien le vendió la idea de que ese equipo que solo existe muy dentro de su ego está por encima de toda institución, de toda marca, de toda historia. Y él la compró sin más. ¡Cuántos crímenes se cometen en nombre del amor!

Lo cierto es que cada día hay una nueva excusa: el desdén del jefe, el frío, el idioma, la distancia, un "problema personal" ahora... Siempre el villano afuera. Él es impoluto.

Ahora se va de Olympiacos, que tampoco es como para rasgarse las vestiduras. Es un equipo normal en una liga normal. Ni se acerca a lo que fue el adiós al Bayern Munich, la única cosa buena que le pasó desde 2017, o el dolor de no haber podido llegar al Atlético de Madrid en 2019. Hace tanto que no se le relaciona con la élite del fútbol que solo mencionar esos clubes pone en el lugar correcto al equipo griego al que acaba de darle una bofetada. Por eso aquí el tema ya no es el sitio que deja sino el hueco que abre. 

Se está yendo en abril, con la última fecha FIFA en junio y el inicio de las Eliminatorias en septiembre, cuatro meses mal contados. No podrá fichar en Europa antes de junio y, si logra que alguien le apueste con sus innegables antecedentes de 'problemático', no habrá tenido competencia alguna hasta agosto, justo el mes en el que se conocerá la convocatoria de Lorenzo. Si al final su carta tapada fuera un equipo poderoso en América, lo que es poco probable por su alto costo, necesitaría la suerte de un DT que se enamore de su magia y lo haga jugar todo, corriendo el riesgo de las lesiones que sin piedad lo persiguen hace una década. El exótico Oriente, después de la cárcel de oro de Catar, debería ser una lección aprendida... Pero es James y hay dinero. Todo puede pasar.

Entonces hay dos caminos: O es muy arrogante para creer que le asegurarán su puesto en la Selección Colombia aún sin jugar, con la competencia interna voraz que tiene hoy; o es muy sagaz y tiene listo algún Besiktas o Galatasaray en Turquía o en alguna franquicia de la MLS y esa será la reivindicación de la rotunda insensatez de dejar un empleo tirado a dos meses del vencimiento del contrato, sin un plan B, con tanto en juego y a una edad en la que un error ya no es una aventura sino una condena.

Claro, todo eso tendría sentido si a James, el más ganador de la historia de Colombia, aún le quedan ganas de ser futbolista. Tantas veces pisoteó su propio fuego sagrado que no sería raro que por fin lo hubiera apagado.

Dice una famosa canción de Los Tres de Chile que resumen el temor de los que fuimos sus escuderos: "Las olas ya no mojan. La ira de las rocas. Amárrame otra vez. Un beso a mi madre y déjame caer". No hay persuasión para quien solo quiere renunciar. Hazlo James. Ya nadie puede ni quiere detenerte.

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