Era ahí y no más. Era el tercer minuto de adición. No había otro momento. Yerry Mina apareció en el aire y con otro cabezazo, como contra Senegal y Polonia, el defensor mandó el balón al fondo de la red. Con ese tanto le dio el empate a Colombia contra Inglaterra, un 1-1 que estalló en el Spartak de Moscú, en Rusia, en Colombia, y en cada lugar del mundo en el que una persona tenía puesta la Tricolor.
El defensa de Guachené no solo apareció para el gol sino un partido correcto en todos los sentidos. En defensa Yerry no dejó pensar ni actuar a Harry Kane, junto a Davinson Sánchez mostró una seguridad de unos hombres que parecen tener muchos años de experiencia, pero que en la realidad cuentan es con la gallardía de unos jóvenes que no se amilanan con nada.
En el minuto 90+3 llegó el primer tiro de esquina a favor para Colombia. Juan Guillermo Cuadrado se adueñó del esférico y la puso en el área. Mina impuso los 193 centímetros de su cuerpo más su potente salto, le ganó la posición a Harry Maguire, y la mandó al fondo de la red. Júbilo colombiano y un respiro para pelear 30 minutos en el campo.
Pero Yerry Fernando no se quiso llevar los créditos de ese importante gol en la historia colombiana. En la celebración abrazó a sus compañeros, a los aficionados y señaló al cielo porque una vez más, no fue él, fue la gracia de Dios en él.