A pesar de una regular presentación en los tres partidos de la fase de grupos, España logró clasificarse en el primer lugar de su zona y avanzar a octavos de final de la Copa Mundo de Rusia 2018. Los ibéricos, que compartieron el grupo B con Portugal, Irán y Marruecos, tendrán que enfrentarse ahora al anfitrión del Mundial, Rusia, que terminó en el segundo puesto del A. El partido será el domingo 1 de julio, desde las 9 de la mañana en Luzhnikí.
Pese a la debilidad que mostró Rusia contra Uruguay, en el último partido del grupo, a España históricamente no le hubiera gustado cruzarse con el equipo local, pues los antecedentes indican que cada vez que se enfrentó al anfitrión de una Copa del Mundo terminó decepcionado y derrotado.
El historial cuenta que el seleccionado español se enfrentó por primera vez a un local en el Mundial de 1934: Italia lo sacó en cuartos de final en un partido de desempate, pues empataron 1-1 el primero y luego la azzurra ganó 1-0 para sacar a los ibéricos.
En 1950, España llegó al cuadrangular final y allí, en la segunda fecha, se encontró con Brasil. La Canarinha se ilusionó con su primer título del mundo, pues venció con autoridad a los españoles por 6-1; días después se llevó la gran decepción en el recordado ‘Maracanazo’.
En 2002, la Roja se cruzó con Corea del Sur -uno de los organizadores junto a Japón- en cuartos de final. Después de igualar 0-0 en 120 minutos, los tigres asiáticos ganaron 5-3 en definición por penaltis y eliminaron a los europeos.
La mala racha de España contra los locales se extiende a la Eurocopa: en 1984 perdió el título contra Francia; en 1996 lo sacó Inglaterra en cuartos de final; mientras que Portugal, en 2004, le ganó 1-0 en Lisboa, en la fase de grupos.
Así, Rusia será mucho más que un rival de octavos de final para España. También puede ser la oportunidad para sacarse esa mancha y por fin superar un local, aguarle la fiesta y que no lo despachen.