'Poeta de la Zurda' que brilló en Colombia y hoy es misionero de Dios

A los 67 años, César Cueto habló de su experiencia en el fútbol y de su actual presente.

César Cueto

César Cueto

Foto: Archivo CEET

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07 de mayo 2020 , 06:32 a. m.

Su talento y calidad irrigaba los pastos de las canchas en que se presentaba, su sola presencia era sinónimo de espectáculo para una generación que hoy supera los 50 años de edad.

Dicen los especialistas de su país, y tal vez no exageren, que es el jugador más exquisito con la pelota que haya dado el fútbol peruano en toda su historia, pero que también tuvimos el honor de disfrutar en Colombia, en la década del 80, primero con Nacional, luego con América de Cali y finalmente en Pereira y Cúcuta.

Ni qué decir de lo que realizó en Alianza Lima o en la selección peruana, en un brillante combinado inca que ganó la Copa América de 1975 y que luego sorprendió como el mejor de la primera fase el Mundial de Argentina 1978.

Se trata de César Cueto, o mejor, ’el Poeta de la Zurda’. Así se le conoció en todas partes, tratando de abreviar con dicho apelativo su riqueza técnica para manejar el balón, hacer un túnel o un sombrero, dejar a sus delanteros en posición clara de gol o sacar un remate medido que terminara normalmente en las redes adversarias.

Hoy, Cueto tiene 67 años y cumple una misión con la iglesia católica. Viaja por las ciudades de su país llevando la palabra de Dios donde Él lo ponga, sin importar cuánto tiempo deba quedarse. No tiene afán, pues está pleno con su labor. Son vocaciones de equipos que salen a las provincias, y lo hacen junto a un sacerdote y un seminarista.

“Estoy dentro de la Iglesia católica, en el camino catecumenar hace más de 27 años, ahora estoy de itinerante, de misionero, tengo 7 años en la misión, camino también con mi comunidad en Lima, pero dejando todo para anunciar el evangelio estoy a disposición del amor de Dios. Nada mejor que entrar a la voluntad de Dios, uno elige dónde estar, los sacramentos, el Papa, los sacramentos, la eucaristía…”.


César Cueto

César Cueto

Foto: Archivo CEET

Nos atendió desde Piura, en el noroeste peruano, para agregar sobre la forma en que ocupa los días: “Renovando cada año la continuidad y la libertad, llevo ya siete años y Dios me ayuda a seguir adelante. Uno siempre camina, reza, alguna vez una catequesis, escuché la palabra, entré, descubrí un camino allí, un camino de aceptación a la fe, ya llevo un buen tiempo de que Dios me llevó a vivir poco a poco todas las cosas que uno no sabe de la vida para experimentar cada día lo mejor”.

Dice que no le falta nada, “todo esto nace para poder agradecer con el corazón lo que Dios ha hecho durante toda la historia; decirle que sí, combatir cada día, atento, rezando porque tenemos tenemos la concupiscencia de la carne, los embates del maligno, que siempre tratan de atacar a todos, hay que estar en guardia y que Dios nos ayude a hacer su voluntad. En este tiempo de Pascua, Dios venció la muerte, está con nosotros y nos invita a no bajarnos de la cruz y cada día combatir todo esto”.

César está separado, tiene cuatro hijas, todas mayores. Tres casadas, seis nietos y dos bisnietos. Al ser consultado por Futbolred en Cali se sintió contento por este contacto, haciendo referencia a la ciudad que vibró con él cuando vistió la camiseta roja.

“En las oportunidades en que me he comunicado con gente de allá nada más lo que sale de uno es cariño, un agradecimiento a todos por el tiempo que he pasado por allá, es algo para siempre. En Cali, lo mejor, la gente, el cariño, la pasión grande que tienen por el fútbol, en especial cuando juega el América, después los compañeros, que los recuerdo mucho, un abrazo para todos, los quiero, también al médico (Gabriel) Ochoa, al profesor (Gastón) Moragas, que siempre se preocuparon para que estuviéramos de buena manera”, señaló con tono alegre.

Sobre la calidad que desparramaba en las canchas, dice que “son momentos que le toca vivir a uno dentro de su edad y quedan en la retina como algo que agrada. Dios le da a cada uno lo mejor para vivir, estar unido a Él, que es lo principal, y después nos marca algunas pautas para crecer, pasa también por la dedicación y el cariño que le pongas, para mí fue en el fútbol”.

En cuanto a si ese encuentro de Copa Libertadores de 1984 con Flamengo en el Maracaná -cuando perdieron 4-2, con dos goles suyos- fue uno de los que más recuerda con América, sostuvo que “fueron momentos de partido que uno jugaba tanto con el médico, dar lo mejor por el equipo, uno disfruta de lo que ve y si están contentos, mucho mejor. No sé si lo nombren más por ser visitantes en el Maracaná, dos goles, pero en América jugué muchos partidos que también valoré, disfruté, con la entrega de todos, pases de gol, que uno recuerda gratamente con el apoyo de los compañeros, me trataron bien, me enseñaron, verdaderamente agradecidos con todos ellos”.

Hay una anécdota que evoca en medio del diálogo sobre la relación que tuvo con sus compañeros de entonces: “Con todos la fui bien, pero si es de nombrar uno por los viajes continuos, Falcioni. Casi siempre nos tocaba en la habitación, con Julio hay un cariño grande. Era de los jugadores que tenían sus cosas, su cigarrito. Una vez fuimos a Medellín, pasaba el médico a cada rato, con él había que tener un respeto grande. Falcioni era el único que podía fumar. M ofreció uno y se lo recibí, pero cuando entró a bañarse se lo dejé cerca a su cama. En ese momento sonó la ducha y entró el médico (Gabriel Ochoa), me preguntó por Julio, le señalé que se estaba bañando y le mostré que allí estaba su cigarrito, cuando salió Falcioni y respondió que el de él lo tenía en la mano. Ese día me dio pena con el médico, pero él sabía que yo no era irrespetuoso” (risas).

No duda en darle al ex guardameta argentino y hoy entrenador del Banfield toda la trascendencia que tuvo en el conjunto escarlata: “Falcioni llegó bastante joven al América, fue figura total, lo demostró en el campo, en los entrenamientos, que eran muy fuertes. No lo vamos a olvidar nunca la entrega total de un arquero de gran calidad”.

¿Por qué decían que el médico Ochoa era defensivo? “Me parece que tergiversaban las cosas porque planteaba bien el partido, los jugadores eran de ida y vuelta, de correr, marcar, bajar, ninguno aflojaba, en ese sentido siempre el equipo estaba bien preparado en todo sentido, físicamente, ver los videos, bastante estudioso. Esas siempre son cosas que le ponen al técnico, pero era muy efectivo hacia adelante”.

Dice que las piezas funcionaban muy bien, porque existía un gran compromiso: “Todos tenían una función importante, le ponían más ganas, era un entrenador espectacular, nos decía que desde el que arreglaba los guayos todos éramos iguales y tenemos que ayudarnos y querernos en ese sentido, cuando entrenábamos era terrible, nadie aflojaba, veía adelante a Willington y al ‘Pitillo’ Valencia, al resto atrás, yo soñaba no más con que terminara y poner las piernas entre las piedras para que me pasara el agua helada y comerme un raspado”.

¿Cuál fue el jugador más rápido que tuvo al lado en América? “Cada uno tenía su virtud para demarcarse, darle facilidad a uno para pensar. Teníamos a Willington, a ‘Pipa’ (De Ávila), a (Víctor) Lugo, pero también a Guillermo (Larrosa) cada uno con su virtud para definir.

¿Usted sabía que con Víctor Lugo había 50% de posibilidad de penalti en el área? (risas) “Lo que pasa es que como era tan rápido alargaba la bola, el defensor en balón dividido pensaba que llegaba primero y Lugo metía la punta por delante, luego el rival llegaba tarde y le cometían penal; él tenía su habilidad. Cuando estaba en Nacional también teníamos al ‘Chumi’ Castañeda”.

Apareció la tarde y Cueto deja entrever que llegó el momento de la despedida para alistar sus herramientas de la eucaristía virtual, en otro campo en el que desenvuelve muy bien. Sin embargo, nos deja un mensaje final: “Acá en Piura encerradito, rezando todo el día, esto sirve para que todos nosotros estemos en casa, pensar un poquito, dialogar un poquito, encontrarnos con Dios, son circunstancias y enfermedades que se dan; pero el Señor nos sostiene, hay que parar en seco y apuntar hacia dónde va la vida y volver a la casa paterna. Hay que empezar de cero, esperar que salga la vacuna, empezar con Dios, eso nos hará vivir mejor”.

Marco Antonio Garcés
Corresponsal Futbolred Cali
En twitter: @marquitosgarces

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