Inglaterra es finalista de la Eurocopa y eso es todo lo que entienden, en el idioma que sea, los enloquecidos fanáticos británicos, presa de la emoción y la cerveza a partes iguales. pero no fue ni lejanamente una tarea fácil contra una Dinamarca valiente, exigente en físico y en fútbol que acabó condenada por un autogol y por la pretendida justicia del VAR que esta vez fue bastante injusta.
El dueño de casa en Wembley se impuso 2-1 en la prórroga gracias a Harry Kane y a la picardía de Sterling, quien puso velocidad e ingenio para la falta de la polémica, que no fue otra cosa que un 'piscinazo'. Total, hoy para ellos es todo anécdota. La realidad de la final lo valía todo, sin excepción.
Y eso que en el inicio no pasaba nada salvo faltas, juego trabado, aguante puro de los daneses y presión total de los ingleses. Pero apareció una falta innecesaria de Shaw y la oportunidad de ver un auténtico golazo: Damsgaard se inventó un remate excelso, con ubicación y potencia, para vencer a Pickford y adelantar 0-1 a Dinamarca.
A los 37 un fenómeno fue Schmeichel para contener el tremendo remate de Sterling que era el empate, pero era el preludio del gol que caería un minuto después, otro gran contragolpe muy bien orientado por Kane, ahora saliendo del área, un centro envenenado de Saka que acabó en autogol de Kjaer... pero que igual iba a ser gol porque a su espalda estaba Sterling.
Arrancaba electrizante el complemento, con Maguire animándose dos veces en el cabezazo, su gran fortaleza, y un intento de Dolberg. Sterling, Stones de cabeza y Phillips hicieron lo que pudieron para evitar la prórroga, pero no hubo manera de evitarlo al final.
Para la prórroga alertaba Kane y exigía a Schmeichel en el manotazo y entonces el asomo de la injusticia: cuando Dinamarca más cerrado estaba, inventó una falta Sterling en el área (inventar, acción y efecto de hacer creer lo que no es real), el árbitro compra y ni siquiera revisa el video y Kane, que falla en su primer intento ante la estirada magistral del portero, pescó el rebote y marcó el 2-1. Y fue todo.
El resto del tiempo sobró porque Dinamarca ya no tuvo más arrestos para intentar corregir el rumbo y se fue con su dignidad y sus honores a Eriksen bajo el brazo. Pero el olor a injusticia ensombrece una victoria que además pone en duda la justicia que debería impartir el VAR.
Ahora se citan Inglaterra e Italia en la final de la Euro, sin duda los mejores equipos del torneo. Una pena que la duda, a pesar de la tecnología, siga siendo el tema de conversación.