Es la máxima figura de su equipo, el que desde ya es una de las grandes sorpresas del Mundial de Catar. Es una de las piezas clave del PSG, uno de los clubes más ricos del mundo. Es una estrella.
Pero antes que eso era el niño de mamá y eso, aunque tenga 24 años, esté casado, sea papá de dos niños y viva con los focos sobre él, no cambia ni en pleno Mundial.
Su última victoria 2-0 contra Bélgica lo tiene segundo del grupo F y él lo celebra en la tribuna, con un beso en la frente de su mamá que rápidamente se hizo viral. Hasta Mbappé, su gran amigo, lo compartió en sus redes sociales.
Al final del partido, Hakimi fue a la tribuna y le entregó su camiseta mientras ella lloraba de felicidad “Te quiero, mamá”, escribió el lateral.
Lo que dijo después de esa tierna imagen realmente conmovió a miles de personas: “mi madre limpiaba casas. Mi padre era vendedor ambulante. Que yo jugara fútbol era un sueño para mí y un sacrificio para ellos. Mis hermanos sacrificaban muchas cosas. Éramos muy pobres. Ahora yo lucho por ellos”, dijo.
Hakimi ahora tiene más atención, más dinero y más fans. Su mamá lo trajo hasta aquí y él no lo olvida. Será, irremediablemente, su niño, su orgullo. La imagen lo resume todo.