En el momento más crítico de Everton en años, justo cuando se necesitan los líderes, la pesadilla de las lesiones reaparece y lo saca de carrera. La pesadilla de Yerry Mina en esta temporada que no tiene fin.
El colombiano había hecho un tremendo despeje en la durísima visita a Leicester, pero se veía comprometido también en la jugada del empate parcial 1-1.
Pero apenas a los 16 minutos hizo la temida señal al banquillo: pidió el cambio. Sus compañeros no lo podían creer, el propio árbitro le daba un tiempo mientras se sentaba en el césped, esperaba la revisión médica y confirmaba que no podía seguir, que tenía que llegar Keane al partido.
Otra vez problemas físicos para él, una realidad repetida en esta temporada fatal, en la que solo ha podido jugar 14 partidos y ha estado tres veces en la enfermería: la última lo sacó de carrera 11 partidos (dos meses y medio), la segunda lo hizo perderse cuatro juegos y la tercera lo marginó por 6 juegos. Son 21 partidos sin ayudar a su equipo en la campaña en la que lucha con todo por evitar el descenso.
El colombiano ha estado en la consideración de la directiva para salir en este mercado, pues los 30 millones de euros que costó no se compadecen con tantas ausencias. No es su culpa, eso es innegable. Pero es pésimo el mensaje, retirándose de nuevo al vestuario, decepcionado, considerando que cada vez que se fue así le costó mucho volver.
