header-articulo
Así es Óscar Julián Ruiz, el mejor árbitro colombiano de la historia
Archivo

Así es Óscar Julián Ruiz, el mejor árbitro colombiano de la historia

Perfil del llanero, quien este sábado, en el partido Millonarios-Equidad, se retiró del arbitraje.

  • Enviar
  • Guardar
  • Comentar
05 de junio 2011 , 09:19 a. m.

"El hombre que pierde la humildad, lo pierde todo" dice Óscar Julián Ruiz para responder cuál es su frase de vida, pero, más aún, para reafirmar por qué, siendo el mejor árbitro del fútbol colombiano en la historia y uno de los mejores del mundo, vive sin ostentaciones, monta en buseta y su terruño es una casa en el barrio Los Rosales, de estrato tres, en su natal Villavicencio.

Ruiz, quien se retiró como árbitro profesional este sábado en el partido entre Millonarios y Equidad, en las semifinales del torneo Apertura 2011 del fútbol colombiano, alternó el arbitraje con el derecho, su otra profesión. Afirma que le encanta la docencia y desde hace dos años es el decano de la facultad de esta carrera en la Universidad Cooperativa de Colombia, en la capital del Meta.

Allí, en su oficina de docente, Óscar Julián recibe a EL TIEMPO. Llega a las 2:40 p.m. en su carro Mazda 3 color gris perla, con silletería de cuero de color gris ratón. Viste pantalón de dril azul oscuro, camisa de lino azul celeste con cuello, abotonaduras y puños blancos. Las medias, de lana, son del mismo color del pantalón y los zapatos, de gamuza, marrones. Parece recién bañado y huele a loción francesa.

Dos horas después, cuando la entrevista está por terminar, nos confiesa que colecciona lociones de casi todas las marcas y olores, pero que sus preferidos son los cítricos, y que se perfuma varias veces al día, que nunca deja de hacerlo antes de dirigir un partido y que lo hace hasta para dormir. Incluso, cuenta una anécdota: "Con Herman 'Carepa' Gaviria, que en paz descanse, me pasó algo. Yo dirigía un partido entre Nacional y Cortuluá y él vino a protestarme una decisión. Cuando se acercó, yo sentí que olía bien y le pregunté: "¿Carepa, qué perfume tiene?. Él me respondió: Tommy, ¿por qué? Huele bien, le dije. Entonces se le olvidó por qué venía a protestarme...".

Óscar Julián Ruiz Acosta, nacido el primero de noviembre de 1969, no sólo habla con propiedad de arbitraje, sino que también profundiza sobre derecho o política. Por ejemplo, afirma que uno de sus personajes favoritos es Francisco de Paula Santander, el 'Hombre de las Leyes'. "Lo de él es filosofía y lo admiro más que a Simón Bolívar: es que Santander vio la libertad de pensamiento y de estudio, mientras lo de Bolívar estuvo más cerca de una dictadura".

Sentado en la silla de su oficina, delante de un ventanal en el que se alcanza a ver la zona verde de la universidad donde trabaja, Óscar Julián destapa las esencias de su vida. A su derecha está un escritorio pequeño, en el que hay un computador, un teléfono fijo y algunos documentos. En el escritorio personal, más grande, delante de él, no hay muchas cosas: un BlackBerry y un celular Nokia, que ha puesto a cargar al mismo tiempo, una imagen de cristal de la Catedral de Las Lajas que se prende con un botón y refleja varios colores, y una estatuilla de bronce de don Quijote de La Mancha y Sancho Panza, que compró en Perú.

Entonces explica el significado que para él tiene esa estatuilla. "El ser humano siempre vive de ilusiones, reales e irreales, y siempre hay un amigo que nos lleva la corriente, como en el Quijote. Me faltan las de Cantinflas y la de un payaso, porque uno en la vida también es eso: uno tiene que pintarse indirectamente para actuar".

El Derecho, por su hermano muerto

Así le ha ocurrido muchas veces. Óscar Julián recuerda que el primer 'Pito de Oro' (premio al mejor árbitro de Colombia) lo obtuvo en 1993, apenas 15 días después de que asesinaran a uno de sus hermanos. "Se llamaba Carlos Andrés, tenía 17 años, lo mataron a bala. Los móviles nunca fueron concretos; acá en Villavicencio dicen que fue por meterse con la mujer de un fulano, pero yo creo que fue ella la que se metió con él, porque era muy joven".

Tras este penoso episodio, decidió estudiar derecho, a los 24 años. El fiscal del caso, Fernando Haya, fue quien lo aconsejó. "Yo estudiaba licenciatura de agropecuarias, en la Universidad del Llano, pero me picó el bichito del derecho y terminé estudiando en la Universidad Autónoma de Colombia. Y después de todo este tiempo, me ha sabido bien. El arbitraje me ha ayudado para el derecho y el derecho, para los últimos años de mi carrera como árbitro".

Óscar Julián Ruiz asegura que impartir justicia ha sido uno de los grandes principios de su vida y, esta vez, lo explica como decano universitario y no como árbitro. "Yo no quiero ser ni un dictador ni un flexible, sino justo. Hay que aplicar la ley, pero no abusar de ella, porque cuando eso pasa, uno pierde el poder. Acá, los estudiantes vienen a mi oficina y me dicen doctor u Óscar Julián, tal y tal, aunque luego salen y me echan la madre. Es lo mismo que en el fútbol, pero hay que tomar decisiones".

También le ha picado el bicho de la política. Ha sido diputado del Meta, estuvo en el segundo renglón para el Senado con Alfonso Latorre Gómez, viceministro de Obras Públicas en los años 90, y fue aspirante a una curul en la Cámara de Representantes. "Uno hace política todos los días y en todos los estamentos de la vida", agrega.

Si la vocación de abogado la descubrió por el asesinato de su hermano, la de árbitro cree que es innata. Su papá, Óscar Ruiz Mondragón, fue árbitro profesional y dirigió hasta 1988. "Eso fue por iniciativa propia, a los 13 años, en el barrio La Esperanza, donde vivíamos. Yo organizaba los torneos y arbitraba; hacía las tarjetas o usaba las de mi papá, y llevaba el silbato de él".

Adolescencia diferente

Como a los 14 años empezó a dirigir en serio, Óscar Julián no tuvo una adolescencia común y corriente, se inhibió de algunas cosas de su edad. "Aunque tampoco fui como un seminarista, ni era para estar en retiros espirituales. Ahora, yo les manifiesto a los árbitros jóvenes que no pueden ser como los jóvenes normales, porque uno se convierte en personaje público".

El primer partido que dirigió en la primera A fue el clásico entre Santa Fe y Millonarios, el 23 de febrero de 1992. "Llegué a El Campín y la primera persona que me entrevistó fue Javier Hernández Bonnet, que estaba en Todelar. Era más delgado que ahora", dice, entre risas.

En seguida recuerda que era un aficionado de la radio deportiva, que admiraba a los narradores y comentaristas de la época y que uno de sus favoritos era Carlos Arturo Rueda C. (q.e.p.d.), a quien llegó a imitar. "A mí siempre me ha gustado el arbitraje, pero primero me gustó el fútbol. Saber que ellos iban a decir mi nombre y que iban a comentar mi partido era un honor. Aparte, mire los jugadores: Arnoldo Iguarán, Freddy León y Óscar Córdoba en Millonarios; Adolfo el 'Tren Valencia, Daniel Tílger y William el 'Palmero' Morales, en Santa Fe...".

A Óscar Julián, el apodo de 'Cacharrito' le viene de familia, pues a un tío, Hernán Ruiz Mondragón, lo pusieron 'Cacharro' porque no podía pronunciar bien la doble ere. El de 'Llanerito' se lo puso el periodista de Cali Marino Millán, "por lo joven, en uno de los primeros partidos que dirigí allá", asegura.

Aunque no se molesta cuando recuerda que hay gente que le dice que es un 'figurete' como árbitro, sí lo niega de manera tajante. "El árbitro no es figura. Ningún árbitro va a expulsar a un jugador por estar callado. He tomado decisiones controvertidas y, por ejemplo, cuando expulsé a Carlos el 'Pibe' Valderrama por sacarme un billete de 50 mil pesos, yo nunca perdí la compostura.

Fíjese que, pese a la controversia tan grande, eso ayudó para que yo esté ahora como decano de esta facultad", dice, porque el rector de la Universidad Cooperativa quedó admirado con su postura diplomática.

Confiesa que, como árbitro, sólo una vez intentaron sobornarlo, en 1993, cuando tenía 23 años. Un ex árbitro, ya muerto, de quien Óscar Julián se reserva el nombre, lo buscó en Villavicencio y le dijo que debía beneficiar a determinado equipo. "Eran cuartos de final del fútbol colombiano, yo me asusté y les avisé a la Dimayor y a la justicia ordinaria.Querían entregarme un paquete y yo no lo recibí. Fue para un clásico Cali-América, que ganó Cali 2-1".

Para él, lo más difícil en el arbitraje ha sido estar en el primer nivel durante casi 20 años. "Hay que mantener la credibilidad, porque los errores los vamos a cometer siempre". También, obvio, niega que sea un árbitro que favorece a la Selección o a los equipos de Brasil, como se rumora desde hace algún tiempo, y de su memoria saca una lista de seis finales internacionales que ha pitado a equipos brasileños y en las que, todas las veces, ganó el rival.

"Me dicen que soy un árbitro de Brasil porque en un partido de la eliminatoria de Alemania-2006 le pité tres penaltis a favor en el clásico con Argentina, y todos contra Ronaldo". Pese a la insistencia, Óscar Julián no revela si prefiere el fútbol de Brasil o el de Argentina ni de qué equipo es hincha. "Es que si yo tengo preferencias, no puedo ser juez y mucho menos aplicar justicia. Nosotros, los árbitros, no podemos ser preferentes".

Ruiz cree que el de Sudáfrica-2010 fue su tercero y último Mundial y no se ve en el puesto de comentarista arbitral. Más bien, cree que puede ganarse la vida como abogado y como docente, e incluso en los medios de comunicación, pero en el papel de imitador de voces, lo que ha hecho varias veces y por hobbie.

"Lo hice acá en Villavicencio en un programa radial de los sábados y en Bogotá, en Radio Melodía, con el periodista Esteban Jaramillo. Y le cuento que cuando empezó Radionet (emisora ya desaparecida), Yamid Amat me hizo una buena oferta, aunque con la condición de que dejara el arbitraje". No aceptó.

Óscar Julián es consciente de que la gente lo conoce por ser árbitro, en vez de abogado o imitador. Y, por supuesto, ha valido la pena. Entre los jueces suramericanos, es de los que más partidos han dirigido en la Copa Libertadores, con 74, el que más ha pitado en eliminatorias mundialistas, con 19. Ha dirigido 11 juegos en la Copa América, 6 en la Merconorte, 10 en la Suramericana, 4 en la Mercosur, 4 en la Supercopa, 3 en Preolímpicos, 2 en Sub-17, 1 en Copa Intercontinental de Clubes y 1 en Recopa Suramericana, sin contar que es el de más juegos en la Copa del Mundo, con 6.

Aún así, insiste en mantener la humildad hasta la muerte, y entonces recuerda la frase que le dijo un dirigente del fútbol: "La vida es como un asadero de pollos: en un momento estamos tomando el fresco, pero al dar la vuelta nos quemamos el trasero con las cenizas".

GABRIEL BRICEÑO F *
Editor de Futbolred.com
gabbri@eltiempo.com

*Este perfil se hizo en agosto pasado, con reportería en Villavicencio y fue publicado en EL TIEMPO.

Comentar
Guardar