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Santa Fe, del sufrimiento a la alegría total después de 34 años
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Santa Fe, del sufrimiento a la alegría total después de 34 años

La final de la Copa Colombia entre bogotanos y pastusos, tuvo todos los componentes de una de las mejores películas. Sin embargo, el final fue feliz, muy feliz para el pueblo 'cardenal'.

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18 de noviembre 2009 , 07:57 p. m.

Como los buenos largometrajes de suspenso, que duran una hora y cuarenta minutos, este cuento tuvo un inicio, un nudo y un desenlace feliz. Todos los ingredientes estaban reunidos, un marco impresionante, unos protagonistas, unos antagonistas y el malo de la historia.

Inicio: Uno a uno fueron llegando los hinchas cardenales a un estadio, que sobre las ocho de la noche era una gran macha roja. Desde aquellos que presenciaron la última alegría santafereña, en las épocas de Pandolfi, Sarnari y Alfonso Cañón cuando la televisión en blanco y negro, hasta los más jóvenes que esperaban que al final, como siempre sucede, los buenos triunfaran. La sala estaba lista y los espectadores cumplieron para observar el estreno de este largometraje: Santa Fe campeón.

De la mano de sus padres, los nuevos seguidores albirojos acudían para presenciar un acto que se demoró 34 años en hacerse realidad. Como en el teatro, los protagonistas de la historia saltaron al tablado para tener su primer contacto con el público y el auditorio estalló con papeles, humo y juegos pirotécnicos. Un espectáculo sin precedentes.

En la presentación de los actores, los que se robaron los aplausos fueron Anchico, Seijas y Julio Gutiérrez. Luego, aparecieron los chiflidos de cerca de 38 mil personas que no querían que los antagonistas truncaran el camino de sus ídolos.

La pelota rodó y las escenas comenzaron a aparecer en la pantalla. Gritos de aliento bajaban desde la grada, "vamos león, vamos león". Eso era lo único que se escuchaba dentro de un recinto, que por un segundo se vistió con una túnica rojiblanca que tenía un mensaje: "La fuerza de un pueblo".

Las emociones comenzaron a surgir, los espectadores vibraban con cada contacto y la película tomó su rumbo. El primer instante de angustia se vivió cuando uno de los antagonistas dio el primer golpe. Ahí llegó el gol de James Castro, quien se vistió de villano. El teatro quedó en silencio, enmudecido...Muchos se tomaron la cabeza, se miraron...En ese instante temían lo peor en la fría noche bogotana.
 
Nudo: Como en todo cuento, apareció el malo de la película, llamado Francisco Peñuela, para entorpecer el camino de la felicidad roja. Un golpe bajo y certero como el que significó la expulsión de Julio Gutiérrez. 

La desesperanza continuó en las tribunas de ese teatro que fue El Campín, en la noche de un miércoles 18 de noviembre de 2009.

Pero como todo estaba dado para que se viviera mucho más suspenso, allí hizo su entrada a las tablas el héroe de la noche, el extranjero, el llamado a cambiar el rumbo de la historia, el encargado de guiar esta película hacía su final feliz. Omar Pérez, que con dos apariciones majestuosas hizo levantar a todo el teatro de sus sillas para celebrar.

En unos minutos lo impensado se hizo realidad. Con el marcador 2-1 a favor de los protagonistas, la historia comenzaba a buscar el fin que todos anhelaban. Desde ese momento, los espectadores presentían que todo terminaría resumido en una sola palabra: Campeón.

Desenlace: Cuando el reloj marcaba las 10 y 30, una estirada heroica de Agustín Julio dio por terminada un película en la que al final hubo abrazos, llanto, gritos desaforados y todo tipo de manifestación de alegría de un pueblo, que como el santafereño no escapó del sufrimiento ni siquiera en su noche más feliz en sus últimos 34 años.
 

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