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En España se preguntan del por qué Guardiola renunció a la mejor banda derecha
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En España se preguntan del por qué Guardiola renunció a la mejor banda derecha

Se deshacían en elogios el uno para con el otro. Empezaron a jugar juntos y en pocos partidos ya surgieron los automatismos. Messi y Alves no volvieron a ser los mismos de antes.

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05 de noviembre 2009 , 10:02 a. m.

¿Por qué Guardiola desconectó la dupla Messi-Alves, la que causaba estragos en las defensas rivales? ¿Por qué el argentino abandonó al brasileño a su suerte para jugar por el centro? ¿Por qué lo que la temporada pasada era un brillante recurso ofensivo que descolocaba a los equipos contrarios se convirtió en una mala costumbre? Messi, el crack del Barça, el mejor jugador del planeta, quizá se haya ganado a pulso la libertad de decidir a su antojo su radio de acción, la zona del campo en que cree que puede hacer más daño. Pero Guardiola debe ser quien valore en cada momento si la elección de Leo es la mejor para el equipo y, en caso contrario, modificarla.

Con Messi de enganche, el conjunto azulgrana pierde una banda y llega el atasco por el centro. La frontal del área se convierte en un vagón de metro en hora punta y entonces, o el de Rosario resuelve con una genialidad -y ahora no está para genialidades- o el ataque acaba estrellándose contra un muro de contención.

Ayer, el Rubin Kazán fue ese muro. Como en el partido disputado hace dos semanas en el Camp Nou. Los rusos, como tantos otros, ya han aprendido a jugarle a este Barça. Lógico, pero el equipo de Guardiola dispone de tantos recursos que no hay por qué preocuparse si se ponen en práctica cuando lo requiere la ocasión.

En Rusia el equipo podía haber contrarrestado la tupida tela de araña tejida por el Rubin a diez metros de su propia área, aumentando el ritmo de circulación del balón, abriendo el campo y llenando las bandas.

En Kazán el juego por las alas se limitó a la aparición de Iniesta desde la punta izquierda. La derecha fue un inmenso páramo, un agujero negro en el que Alves, que bastantes problemas tenía con contener las internadas del bullicioso Kaleshin, no daba abasto.

Ese espacio es el que debía haber ocupado Messi, como sucedía la pasada campaña. El argentino debe estar y el brasileño llegar para llenar la zona que su compañero deja libre cuando traza la diagonal hacia el centro.

Con Messi y Alves combinando por la derecha, se crean constante situaciones de superioridad. El central cae a banda para ayudar al lateral que intenta parar a Leo, dejando un hueco en el eje de la zaga que los centrocampistas del Barcelona pueden aprovechar llegando desde la segunda línea. Todo lo contrario de lo que sucedió ante el conjunto tártaro.

Es cierto que la capacidad resolutiva de Leo alcanza su máximo esplendor en la mediapunta. Quizá eso sea lo mejor para él, pero no para un equipo en el que el juego de posición, la circulación del balón y la gestión de los espacios lo es todo.

No es malo que el actor improvise, pero partiendo de un buen guión que lo haga creíble, y el mejor guión para este Barça se escribe con Leo partiendo de la derecha.

Desde esa demarcación, el argentino rindió de forma excelsa casi todo el año pasado. La FIFA y 'France Football' así lo reconocerán dentro de unas semanas, cuando recibirá casi con toda seguridad el trofeo al Mejor Jugador del Mundo y el Balón de Oro.

Los mejores partidos de Ronaldinho llegaron cuando Rijkaard lo alineó en la banda izquierda. El público del Bernabéu, por ejemplo, dio en su día buena cuenta de ello.

El crack brasileño también fue reconocido mejor jugador del mundo jugando en esa posición. Lo mismo que su compatriota Rivaldo, quien pese a renegar de su condición de extremo, ganó el Balón de Oro después de completar una excelente temporada enganchado a la banda izquierda por culpa de la cabezonería de Louis Van Gaal.

EFE

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