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En el Atanasio, Atlético Nacional se reconcilió con su hinchada
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En el Atanasio, Atlético Nacional se reconcilió con su hinchada

En los amores eternos habrá alejamientos pero nunca disoluciones. La fanaticada verde fue gran artífice de la victoria ante Millonarios y celebró a rabiar los primeros tres puntos de su equipo.

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08 de marzo 2009 , 09:01 a. m.

E

l sosiego llegó por fin. Se acabó el ayuno. Se acabó la maldición. Después de once partidos Nacional volvió a sonreír. Tres puntos para volver soñar, para anhelar, para despegar, para dejar atrás los fantasmas, para volver a creer, para sonreír y volver a dormir tranquilo. Todo esto obtuvo Nacional con el triunfo ante Millonarios.

Al principio, todo fue adverso. La reacción natural del público al ver a sus jugadores fue de rechazo. "Justifiquen los millonarios sueldos que se ganan," gritaba un señor desde la tribuna occidental. Al frente, una pancarta decía "más corazón, menos relajo."

Pero cuando el equipo saltó a la cancha, las exclamaciones de apoyo no se  hicieron esperar. La tribuna estuvo metida toda el partido y fue gran artífice de la victoria. Por eso aplaudió y alentó irrestrictamente durante los 95 de juego y estuvo tan pendiente del partido como el técnico Luís Fernando Suárez que no se sentó un segundo en el banquillo. Claro que la ocasión no daba otra alternativa.

Nacional salió con más alegría al gramado, inundado de una actitud ganadora, aquella que faltó en las cinco presentaciones iniciales. Por eso hubo química con su público que asistió en número de 15.576.

Pero se respiraba un ambiente de ansiedad extrema. Aproximación del local y uhhhh... ahhh. Después todo quedaba en silencio y se escuchaban los lamentos del silencio.

Minuto a minuto con cada oportunidad malograda en el arco de Cuadrado, la impaciencia y la intranquilidad se acrecentaban. La garganta estaba ahogada por el esquivo grito de gol. A pesar de la ansiedad, la hinchada supo aguantar al equipo que trabajo con paciencia el partido.

Tácticamente, hubo un momento clave en el juego. Al minuto 57 salió Rubén Bustos en razón a un fuerte golpe que había recibido en choque con Giovanni Moreno. Rafael Robayo, inicialmente, ocupa la plaza de lateral por derecha y Gerardo Bedoya queda junto a Elkin Blanco en la primera línea de volantes. Millonarios perdió marca en el medio, y fortuitamente, le abrió el boquete a Nacional. El gol era cuestión de tiempo.

Minuto 66. Jugada en ataque que finaliza Sergio Galván con un tiro telegrafiado que el arquero Cuadrado prefirió enviar al tiro de esquina. Cobró el recién ingresado Víctor Ibarbo con un disparo pasado al segundo palo. Allí estaba Giovanni Moreno que la metió a la zona de candela y desde atrás entró en carroza dorada Humberto Mendoza que soltó el grito encarcelado por más de 320 minutos (el último en el Atanasio Girardot había sido de Carlos Rentería al minuto 17 del 1-4 ante Equidad).

Todos se abrazaron y el muchas veces villano, fue ungido como héroe. Con el balón, que bien se puede convertir en artículo de museo, trajo a colación a su próximo hijo que apenas tiene cuatro meses de gestación.

La tribuna se levantó y la fiesta arrancó. "Casi que no..." gritaba el mismo señor referenciado al principio pero ahora con un semblante muy distinto.

Después fueron 25 largos minutos de espera. Bien es dicho que en las revoluciones y en el fútbol, un día es un año y un año es un siglo. Las manecillas del reloj se mueven al revés y el tiempo pareciera ir cada vez más lento.

Pero la conspiración para la victoria verdolaga no iba a dejar pasar otra oportunidad. A las 10:05 p.m el juez Sebastián Valencia levantó los brazos y el maleficio se esfumó. Escena de exorcismo. Se celebró como un título. De rodillas, José Amaya y Estiven Vélez. Tirado en el gramado Humberto Mendoza. El resto se unió en un abrazo eterno. No era para menos... el sosiego y la reconciliación habían llegado por fin.  
 
Juan Diego Ortiz Jiménez
Especial para Futbolred

 

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