No quiso ponerse unos guantes ni subirse a un ring de boxeo, como lo hizo Omer, su padre, quien hasta fue monarca nacional de los tinglados. ‘Pacho’, el menor de la familia Meza Palma, prefirió el balón, las canchas de fútbol o cualquier calle en la que pudiera jugar, en el barrio La Alboraya, donde se crio en su natal Barranquilla.
Omer siempre se "cargaba" a su hijo para ir las prácticas y pararse frente a una pera para cogerla a puñetazos. Él soñaba con ver a su hijo en el deporte de las 'narices chatas', pero "yo no me ilusioné jamás con ser boxeador. Eso sí, me ponía los guantes y hacíamos 'recochas' con mi hermano, pero el fútbol siempre fue lo mío".
Y en el balompié, no buscó ser el goleador de su equipo, pues con su cabeza fría e inteligencia para jugar, siempre quiso ser como “Iván Ramiro Córdoba, mi ídolo y referente”. Y fue un defensa ágil, sin la velocidad de Córdoba pero sí con el liderazgo y la seriedad que caracterizaron al futbolista más ganador en el exterior, que tiene la historia del fútbol colombiano. “La verdad nunca se me pasó por la cabeza jugar en otra posición. Siempre fui defensa y no me arrepiento, porque esa decisión me ha dado grandes alegrías”, dice Francisco Javier Meza Palma, el zaguero de Santa Fe que fue llamado a la lista previa de la Selección Colombia, con miras a la Copa América de Chile.
La infancia de Meza fue muy alegre. “Una familia normal, muy unida, con un padre que siempre nos enseñó, a mis hermanos y a mí, que había que ser disciplinado y a trabajar con dedicación para lograr los sueños. Y una madre que siempre nos ha apoyado y que nos aconseja constantemente para no salirse del camino”, menciona el número 21 de Santa Fe, quien recuerda con especial cariño a la escuelita de fútbol en la que comenzó: Niños Unidos.
A medida que fue creciendo, Francisco, amante del vallenato, fue siguiendo su carrera en el futbol, a la par de su estudio en el colegio Marco Fidel Suárez. “Siempre fui juicioso en el estudio. Alguna escapada me pegué para ir a jugar, pero por lo general fui entregado. Mis padres no hubieran dejado que hubiera sido ‘caspa’”. Tiburones y Real Caribe vieron como ‘Pachito’ pasó a ser una joven promesa del fútbol del Atlántico, aunque el destino no lo hizo jugar en el Junior, el equipo en el que todo barranquillero quisiera jugar.
Santa Fe, la oportunidad que le cambió la vida
Y es que cuando menos se esperaba, a Meza se le abrió una puerta en Bogotá. Llegó a la capital a los 17 años, a donde sus primas Olga y Miladys Castro, quienes son familiares de Agustín Julio, arquero del ‘Expreso’ en esa época. “Directamente Agustín y yo no somos familiares. Mis primas, sobrinas de mi papá, son primas por el lado de papá de la madre de Julio. Suena enredado, pero el lazo es por ahí”, trata de explicar la cercanía con el guardameta cartagenero.
Meza llegó en 2009 a las divisiones menores de Santa Fe, el mismo año en el que Julio se coronó campeón de la Copa Colombia. De probar suerte pasó a ser joya de la cantera albirroja, gracias a los buenos comentarios de Víctor Rozo, su técnico de la categoría y quien fuera asistente de Wilson Gutiérrez en el equipo profesional.
Santa Fe hizo un convenio con Juventud-Girardot, al que llegaron varios juveniles para foguearse en la Primera B. “Llevaron a un buen grupo de muchachos en los que entré yo. Cuando iniciamos, el técnico era (Óscar) el ‘Pájaro’ Juárez. Luego llegó Wilson Gutiérrez, con quien se hizo una buena campaña”, recuerda con inmediatez. Pero a finales de 2010 regresó a Santa Fe: “Volví y empecé a trabajar al lado del equipo profesional. Y en 2011 llegó Arturo Boyacá, quien tenía de asistente al ‘profe’ Wilson (Gutiérrez), quien le habló bien de mis condiciones, por lo que me tuvo en Juventud. Así fue que contra Cúcuta (Abril 16 de 2011) fui al banco y a los 10 minutos me tocó entrar, porque se lesionó Jhonnier González; ese día debuté en la Liga y ganamos”. Aunque su debut oficial fue en la Copa Colombia, el 30 de marzo del mismo año, contra Academia.
Desde ese momento, Meza no volvió a soltar el puesto de titular. El pasado martes, en la victoria 2-0 contra Estudiantes de La Plata por Copa Libertadores, Francisco Javier completó 220 partidos con el equipo ‘cardenal’, con el envidiable registro, por lo menos para un defensa central, de no haber sido expulsado jamás. Además tiene 9 goles, siete en Liga y dos en Copa Libertadores; y ya sueña con superar a Internacional de Porto Alegre en la ronda de cuartos de final, y con quedarse en la lista definitiva de 23 jugadores que llevará José Pékerman a la Copa América.
Juan Pablo Arévalo López
Periodista de Futbolred
juaare@eltiempo.com
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