Los primeros dos meses de Juan Manuel Lillo al frente de Millonarios han dejado frases que quedan sonando, momentos de buen fútbol y también largos ratos de sustos y decepción por el juego del equipo.
Esa irregularidad que ha tenido 'Millos' tiene mucho que ver con el proceso de poner en práctica la idea de juego del DT español, llamada el “fútbol de posición”. Una nueva prueba de cómo va este proceso de armado será este martes en la noche, cuando reciba al Atlético Huila en El Campín, a partir de las 8 p.m., con señal de Win Sports.
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El “fútbol de posición”, por supuesto, no es un invento de Lillo, pero los teóricos del fútbol siempre lo citan a la hora de explicar el funcionamiento de los equipos que se ciñen a este esquema, entre ellos el exitoso Barcelona de Josep Guardiola, quien fue jugador del actual técnico 'azul' en Dorados de Sinaloa, en México.
Guardiola aprovechó esos conocimientos y otras variantes aplicadas por el argentino Ricardo Lavolpe, más toda una escuela que existía en el Barça desde las épocas de Johan Cruyff y que se mantuvo casi inmodificable a lo largo de los años, para construir el modelo del equipo que lo ganó todo. Y también hace parte del ADN de las selecciones holandesas.
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Guardadas las proporciones, en especial en lo que tiene que ver con los planteles de jugadores, que no tienen ningún punto de comparación, ese es el modelo que Lillo quiere aplicar en Millos. Se basa, fundamentalmente, en la posesión de la pelota, un concepto que el cuerpo técnico español de Millonarios comenzó a aplicar, incluso, desde la pretemporada, en la que la gran mayoría de trabajos de acondicionamiento físico se hicieron con balón.
“Su éxito depende tanto de la capacidad de los jugadores para pasar la pelota como de éstos para ubicarse en los lugares correctos, en el momento correcto”, explicó, en su momento, el técnico argentino Ángel Cappa, otro seguidor de esa escuela.
¿Y cómo explica Lillo qué es el “fútbol de posición”? “Este juego consiste en ir generando superioridades a la espalda de la línea que te aprieta. Todo es más fácil si la primera salida de balón es limpia”, afirma el DT español, que además busca que los jugadores se pasen la bola en espacios cercanos, con el fin de buscar la forma de hacer un pase largo a un jugador libre.
Guardiola, en su momento, recordó un concepto que explica mejor el funcionamiento de esta idea, en la época en que Johan Cruyff era el técnico del Barcelona: “Lo primero que nos pedía Johan era que miráramos lejos. A Romario”. De nuevo, guardadas las proporciones, muy guardadas las proporciones, en Millonarios levantan la cabeza y miran lejos, a donde está su goleador, Dayro Moreno.
Además, la idea de Lillo es que haya la mayor cantidad de jugadores cerca de la pelota, para tener más alternativas de hacer el pase, y también para tener una posibilidad mayor de recuperarlo en caso de que se pierda el balón. Incluso, la salida desde el fondo es con esta fórmula, siempre buscando el pie de un compañero, siempre con la intención de hacer superioridad numérica desde su propio campo. Los pases casi siempre son en diagonal y pocas veces se ve que se toque la pelota hacia los lados.
Obviamente, mientras mayor tiempo de trabajo haya, mejor funciona, pero en momentos en que apenas se está implementando puede traer riesgos, como la pelota que perdió Oswaldo Henríquez hace ocho días cerca del arco norte de El Campín, y que le costó el gol del empate del Once Caldas.
Este esquema es, fundamentalmente, pensado en un juego ofensivo. Por eso, cuando el equipo no tiene la pelota, la presión se hace desde bien arriba, para tratar de recuperar la bola lo más rápido posible y comenzar de nuevo. Defensa y ataque no son conceptos separados.
El Millonarios de Lillo trata de ser muy compacto, con sus líneas metidas en una franja de 35, 40 metros, y se mueve siempre en bloque. Por eso ha sufrido con los equipos que se meten atrás y buscan contragolpear, que juegan en largo y le ganan la espalda. Así le ganó Equidad en Bogotá, en la segunda fecha, y así estuvo a punto de perder contra Once Caldas el miércoles pasado, cuando solo la falta de definición del rival impidió que Millos saliera derrotado de El Campín.
“Cuando encontramos equipos que se meten atrás, es mucho más difícil encontrar los espacios, pero cuando hemos tenido al frente equipos como Nacional y Santa Fe, hemos tenido más opciones de desarrollar nuestro juego”, declaró el mediocampista Rafael Robayo.
Millonarios todavía está en construcción y por eso aún se ven ladrillos sueltos, como en el partido frente a Once Caldas. Hay dos momentos especiales en los que el equipo se ha acercado a lo que pretende Lillo, el primer tiempo contra Nacional y el clásico frente a Santa Fe. Pero aún faltan cosas.
“Lillo no nos felicitó, él no lo hace. Nos dio un abrazo y nos dijo que hay que seguir adelante y ya. Nada más. Él es así”, señaló Robayo tras el clásico contra Santa Fe. Y sí: Millonarios debe seguir adelante. Aún anda por la mitad de la tabla y los hinchas aún se preguntan si siempre va a jugar así o si aún pueden regresar las pesadillas de los juegos contra Chicó, Equidad y Once Caldas.
José Orlando Ascencio
Subeditor de Deportes