'Yeims', por Nicolás Samper

La opinión de Nicolás Samper sobre el futuro del 10 de Real Madrid

Nicolás Samper, columnista invitado.

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Foto: Archivo Particular

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21 de mayo 2017 , 08:20 p. m.

Balaídos no lo verá jugar y dicen que en La Rosaleda de golpe tampoco. Algunos se arriesgan a decir que el 21 de mayo lo estarían anunciando como refuerzo oficial del Manchester United. James y la posibilidad de un cambio de aire, James y la posibilidad de escribir una nueva historia en otro club grande, gigantesco, si es que finalmente se confirma su transferencia.

Guardiola supo hablar muy bien de él, lo que no es poco. Claro, es que un jugador además de deslumbrar por su talento natural, también lo tiene que hacer porque es capaz de sobreponerse a las limitaciones de su propio contenido. Cuando el director de la obra le dio pequeños parlamentos no tan generosos con su talento porque los actores principales estaban de descanso, supo aprovecharlos. No fue el único que se sintió a veces apartado porque, hay que decirlo, si encontró Zidane una manera de jugar que le dio resultado, no tenía por qué modificarla. Sin embargo James y los que estaban ahí, en la trastienda, también dieron el grito revolucionario. Pasa que ellos, los que debían sentarse en la banca, jugaban en el Real Madrid, una máquina capaz de agigantar hazañas personales pero también de frustrarlas.

Si se va, habrá descansos: primero para él, que desde tiempos de Rafa Benítez nunca pudo volver a ser tan importante para el que elegía el once inicial, más allá de que se matara esforzándose en demostrar lo contrario. De ahí esa bronca personal con puños en el banquillo del Leganés o caras de pocos amigos cada vez que la paleta de cambio iluminaba el número de su dorsal porque si algo necesita James es eso: espacio para jugar y en especial confianza. La misma que se ganó en Banfield cuando era un niñito que hizo ingresar al campo Jorge Burruchaga y que después, de la mano de Julio Falcioni, retribuyó dándole un campeonato a un club que estaba más acostumbrado a celebrar permanencias en primera división.

En Porto y Mónaco fue la misma cosa. Con los portugueses empezó de banca y terminó de líder y en Mónaco, después de algunos amagos de bronca con Ranieri, pudo ser un jugador completísimo capaz de aportar en los dos lados de la cancha. Y esa confianza que siempre supo agradecer se la dio José Pékerman en el momento más difícil de Colombia antes de jugar la Copa del Mundo Brasil 2014. Al no estar Falcao García, él tenía que tomar la bandera. Ya sabemos cómo nos fue.

Si se va, descansará James también de parte de esa prensa dañina en España que quiso acorralarlo para vender periódicos y obtener más clicks con su esposa, con sus gafas, con el pie del acelerador de su auto, con su presencia o no en los rondos que organizaba Cristiano Ronaldo en cada entrenamiento… también es que a veces a las estrellas les toca soportar una cantidad de bobadas que producen algunos periodistas que sienten que son más importantes que el deportista.

Él supo sobreponerse a todo eso y su historia en España es magnífica. Así se lo reconocieron en el minuto 61 del juego ante Sevilla todos los que, en teoría, lo vieron por última vez vestido con la camiseta blanca.

Y si James termina siendo Yeims –por el país en el que aparentemente aterrizará la próxima campaña- alguien más descansará: Zinedine Zidane, que ya debía estar mamado de saber que en cada rueda de prensa tendría que responder algún interrogante sobre James.

Nicolás Samper, columnista invitado.

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Foto: Archivo Particular

Redacción Futbolred
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